En el 25 Aniversario de los Acuerdos de Paz de Guatemala

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Se ha cumplido este 29 de Diciembre el XXV Aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz de Guatemala, objeto del acto institucional de conmemoración celebrado en el Palacio Nacional de la Ciudad de Guatemala. Ha visto la luz de la letra impresa la edición en España por Icaria Editorial de mi libro La perplejidad del quetzal. La construcción de la paz en Guatemala - tras la edición impresa original de F&G Editores en Guatemala en Junio de 2019 y la electrónica por Icaria con la colaboración de F&G Editores en Diciembre de dicho año - a tiempo para que éste emprenda su vuelo a este lado del Atlántico contribuyendo su presentación a la conmemoración del XXV Aniversario de los Acuerdos de Paz, como ha sido el caso con la mesa redonda sobre la construcción de la paz en Guatemala celebrada en la Casa Amèrica Catalunya en Barcelona, en la que me acompañaron Raquel Zelaya, miembro de la delegación negociadora de los Acuerdos de Paz y Secretaría de la Paz del Gobierno de Guatemala; Jesús Maria Rodés, Jefe del Área de Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en la Sociedad Democrática de MINUGUA y Profesor Emérito de la UAB; y Rafael Grasa, Profesor de Relaciones Internacionales de la UAB y primer Presidente del Institut Català Internacional per la Pau; y cuyo video podéis ver clicando aquí, o leer la noticia del acto elaborada por Casa Amèrica Catalunya clicando aquí. Como lo será también con la mesa redonda en que será presentado en Madrid en el acto que se celebrará el 20 de Enero a las 19 horas en la Casa de América, en el que seréis muy bienvenidos. 

Con ocasión del XXV Aniversario y de la edición en España, me ha entrevistado María Álvarez de Eulate en el programa "Cinco Continentes" de Radio Nacional de España, dándome ocasión para explicar las claves de la construcción de la paz en Guatemala mirando hacia atrás y hacia delante, como podéis escuchar en el podcast clicando aquí; y Leandro Lamor me ha realizado para EFE una entrevista que os invito a leer clicando aquí. Ha constituido también una satisfacción que en estos días haya visto la luz que la reseña que una figura tan referencial, como diplomático y como científico social, como la que Gabriel Aguilera Peralta ha publicado en la Revista Latinoamericana de Estudios de la Paz y el Conflicto, que podéis leer aquí. Se une así su testimonio a los de Raquel Zelaya, David Escobar Galindo, Héctor Dada Hirezi, Secundino González Marrero  y Rosa María Álvarez. Igualmente contribuyen a dar a conocer su planteamiento, contenido y mensaje los videos de la conferencia coloquio con Gustavo Porras, jefe de la delegación del Gobierno de Guatemala que firmó los Acuerdos de Paz, y el editor de F&G Raúl Figueroa Sarti, el 9 de Julio de 2019 en el Centro Cultural de España en Guatemala; de mi intervanción en la mesa redonda de presentación de La perplejidad del quetzal en la Feria Internacional del Libro de Guatemala, que compartí con Raquel Zelaya, miembro de la delegación negociadora y Secretaria de la Paz para la ejecución de los Acuerdos, Bernardo Arévalo, académico y diplomático, y Helen Mack, defensora de los derechos humanos; y de la del Centro Cultural de España en San Salvador, en la que me acompañaron el Vicepresidente de la República de El Salvador Félix Ulloa; del Secretario General del Sistema de Integración Centroamericano SICA y ex Presidente de Guatemala Vinicio Cerezo; del poeta, escritor y académico David Escobar Galindo, miembro de la delegación del Gobierno de El Salvador que negoció los Acuerdos de Paz; del Dr. Héctor Dada, ex Ministro de Economía y ex Presidente de la Junta instaurada tras el "golpe de los capitanes" en 1979 que dio inicio al proceso salvadoreño; de Ronalth Ochaeta, Embajador de la OEA en El Salvador y ex coordinador de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala que elaboró el Informe "Guatemala nunca más"; y del Embajador de España en El Salvador Federico de Torres Muro, y que fue precedida por la lectura por la lectura de mi poemario Maquilishuats en flor - procesamiento poético de la experiencia de la construcción de la paz en El Salvador, que forma parte de mi libro Mundo. Una geografía poética. O la entrevista que la emisora guatemalteca FGER me hizo con ocasión de su presentación en Guatemala, con especial atención a la perspectiva de los pueblos mayas de Guatemala.

Desde que lancé la primera de estas cartas en la botella he venido diciendo que son los libros que escribimos cartas que lanzamos al mar con la esperanza de que lleguen a la isla del otro, de los otros, y nos permitan con ello ser península, comunicar el mensaje que queremos transmitir. Se fija por ello la presentación de todo libro, el interés de su lectura, en qué dice, más que en quién lo dice. Y sin duda ha sido La perplejidad del quetzal escrita para que se lea, se reflexione y medite lo que dice, o se lea, escuche o vea sobre lo que sobre ella se dice y ahora os comparto; mas a veces es importante dar voz a quién lo dice, en este caso a la persona más allá del personaje que como diplomático ha escrito con la vida y como científico social en el papel, y quiere compartir, siquiera sea por una vez, el por qué y para qué escribe lo que escribe, por qué y para qué ha hecho desde su juventud - esa edad que María Zambrano definía como la de la esperanza que busca su argumento - de la paz en Guatemala, en El Salvador - cuyos Acuerdos de Paz cumplirán el próximo 16 de enero su treinta aniversario - y en Centroamérica el argumento de su esperanza. Es lo que hago en las últimas páginas del ensayo introductorio de los que componen La perplejidad del quetzal, que reproduzco a continuación y como carta en la botella lanzo en este XXV Aniversario de los Acuerdos de Paz de Guatemala al mar de la web. Os invito a leerla con la esperanza de que comprendáis por qué Guatemala, El Salvador y Centroamérica me importan, el juicio de valor que, en honor de Max Weber, explicito; y con el deseo de que nos lleve a la conciencia de que la paz está siempre en construcción, en Guatemala, en el mundo y en nosotros.

 

 

La construcción de la paz

en Centroamérica,

argumento de mi esperanza

 

          Tiempo de Guatemala en mí: no quisiera concluir este ensayo introductorio sin hablar sobre él. Tal vez porque, como nos decía Max Weber, el problema en las Ciencias Sociales no son los prejuicios, los juicios de valor, las perspectivas individuales o visiones personales, sino no explicitarlos, no ser consciente de aquellos desde los que acometemos, y en cualquier caso porque así me sale de dentro, quisiera explicar mi perspectiva, el tiempo y la experiencia desde la que están escritos, la de la persona que habita al científico social que como tal los escribe.

          Decíamos que los Acuerdos y el proceso de paz de Guatemala son hijos de su época. Como todos lo somos de la que nos toca vivir. ¿Qué hace que ciertos procesos históricos de la época que nos ha tocado vivir capten nuestra atención, motiven nuestra dedicación, se conviertan en argumento de nuestra esperanza?. Al evocar mi experiencia de Guatemala, se me viene en primer lugar la imagen de la primera vez que aterricé en ella, procedente de Managua entonces sandinista, en el que fue mi primer viaje a Centroamérica: era Enero de 1989 y acudía como miembro de la delegación española, que ejercía por primera vez la presidencia de la entonces Comunidad Europea, a la reunión preparatoria de la Conferencia Ministerial Comunidad Europea Centroamérica San José V, que se celebraría posteriormente en San Pedro Sula, en la que se aprobaría un importante paquete de cooperación para el relanzamiento del comercio centroamericano y otros elementos esenciales de la aportación europea a la ejecución de Esquipulas II. Poco podía imaginar entonces que veintiocho años y unos meses después estaría escribiendo estas líneas. Si ello es así, es porque ese hecho, una de tantas reuniones multilaterales en las que he participado desde que inicié mi trayectoria diplomática en el otoño de 1987, se inscribe en un antes y un después, una línea en el tiempo que lleva a estas líneas.

          Si tuviera que buscar un inicio de esa línea posiblemente se encontraría en el recuerdo borroso de la toma de conciencia y el despertar de la inquietud de la adolescencia de alguna diapositiva ilustradora sobre la realidad latinoamericana en el colegio de los jesuitas en Barcelona, alguna canción de Quilapayún o Paco Ibáñez, la opción, por la inquietud de conocer el funcionamiento de la sociedad y el mundo, por estudiar Derecho y Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona y posteriormente un posgrado en estudios europeos en el Colegio de Europa, la atención prestada desde su inicio a la crisis centroamericana y su evolución, la temprana vocación por llegar a ser diplomático tras esos estudios realizada, y mi primer destino como tal como encargado, entre otras cuestiones, de las relaciones entre la Comunidad Europea y América Latina en el Gabinete del Secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica. Destacaba entre éstas, al inicio de mi andadura como diplomático en el otoño de 1987, como uno de los grandes retos que afrontaba la Comunidad Internacional, la entonces Comunidad Europea y España, articular la respuesta y el apoyo a la traslación del papel a la realidad del Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica Esquipulas II, firmado en Agosto de dicho año, en el caso de la Comunidad Europea a través del Proceso de San José, que seguí ya en la Conferencia Ministerial de San José IV en 1988, y que llevó a hacer de la concreción de un salto cualitativo en el compromiso europeo con la paz, la integración y el desarrollo centroamericano en ejecución de Esquipulas II en la Conferencia Ministerial de San José V prioridad fundamental para el impulso global de las relaciones Comunidad Europea-América Latina que España se planteaba como uno de los grandes objetivos de su presidencia europea durante el primer semestre de 1989, en cuya preparación estuve intensamente implicado y durante la que fui delegado español en el Grupo América Latina del Consejo de la Comunidad Europea. Difícilmente sin la confluencia del interés personal por la crisis centroamericana, previo y ahora reforzado, y la oportunidad profesional de participar en la negociación de la contribución a su solución por la Comunidad Europea, me hubiera llevado mi involucramiento en su diseño y preparación a un conocimiento experto de la problemática centroamericana y las necesidades de cooperación para su superación, que me llevó a su vez, finalizada la presidencia española de 1989, a ocuparme también de la participación española en el Plan Económico de Cooperación con Centroamérica de Naciones Unidas, y posteriormente a la elaboración del primer plan de la Cooperación Española con Centroamérica mientras estuve tras ésta destinado en la Oficina de Planificación y Evaluación de la Secretaría de Estado de Cooperación. Pues de alguna manera la experiencia de San José V iniciada sobre el terreno en aquel primer viaje a Guatemala, la atracción que despertó el conocimiento sobre el terreno de Centroamérica y sus gentes, me llevó a hacer de la paz en Centroamérica el argumento encontrado de mi esperanza. Y a partir de ahí, aunque cambiara de destino, o precisamente solicitando un nuevo destino diplomático para ello, mi trayectoria diplomática tiene como hilo conductor fundamental la participación en el esfuerzo de España para contribuir a los procesos de paz en Centroamérica.

             Así, no dudé, cuando poco después del asesinato de los jesuitas se convocó en el concurso general de provisión de puestos en el exterior la Segunda Jefatura de la Embajada de España en San Salvador, en solicitar ese destino, que me llevó a vivir, entre el verano de 1990 y el de 1992, sobre el terreno la negociación y los primeros meses de la ejecución de los Acuerdos de Paz de El Salvador, desde la participación de España en el Grupo de Amigos del proceso salvadoreño. Y si bien al terminar la experiencia salvadoreña necesitaba digerirla, asimilarla, poner distancia, y a ese anhelo, y especialmente a una antigua curiosidad por conocer al otro, vivir Oriente, respondió plenamente mi destino en Yakarta; al llegar tras éste a México en el verano de 1994 difícilmente podía encontrarme con otro reto profesional y personal más ilusionante que el de vivir el proceso de negociación de la paz en Guatemala, entonces recientemente iniciado, desde el otro lado, representando a España en el Grupo de Amigos[1] del Proceso – ya que las negociaciones tenían lugar en México – y como interlocutor con la URNG. Tras haber vivido intensamente la negociación y todos sus avatares, pude vivir una tercera y definitiva paz en Centroamérica con la firma de los Acuerdos de Guatemala en Diciembre de 1996, y no dudé en solicitar poco después en el concurso de provisión de puestos la Segunda Jefatura de la Embajada en Guatemala para ocuparme desde el verano del noventa y siete de la ejecución de los Acuerdos sobre el terreno desempeñando ese puesto y el de Consejero de Cooperación, y ser así mismo miembro, en representación de la Comunidad Internacional, de la Comisión Especial de Incorporación establecida por el Acuerdo de Bases para la Incorporación de la URNG a la Legalidad, lo que me dio no sólo la oportunidad de participar en la interpretación y conducción de ese proceso transformador, en la articulación de esa alquimia; sino al tiempo en la dinámica general de las diecisiete comisiones creadas por los Acuerdos de Paz, coordinadas por la Comisión de Acompañamiento, y vivir así desde dentro la institucionalidad y la construcción de la paz.

           Constituyó esta oportunidad de participar como diplomático en los procesos de paz en Centroamérica no sólo una experiencia transformadora profesionalmente; sino también personalmente. No era la misma la persona del joven diplomático que pisó por primera vez Guatemala en Enero de 1989 que la que finalizó su destino allí en el verano de 1999. Pues si al llegar esa primera vez lo hice solo, al salir ese verano iba acompañado de mi esposa, Dulce, y nuestros hijos Clara y Joan. Tuve en El Salvador la fortuna de vivir la paz; y tuve también la de vivir el amor: nos conocimos allí Dulce y yo – ella llegada de España para trabajar en cooperación como experta en género y desarrollo, yo destinado como diplomático -; El Salvador que alumbró la paz alumbró también nuestro amor; de él salimos juntos, juntos vivimos nuestro subsiguiente periplo centroamericano, y juntos seguimos cumpliendo aniversarios de pareja nacida con la paz en El Salvador. Nació Clara en Octubre de 1996 en México D.F., en plena negociación guatemalteca, a la que tengo muy asociado el recuerdo de su llegada al mundo, pues Dulce rompió aguas mientras yo estaba manteniendo una reunión con representantes de la URNG para tratar sobre cómo desde España se podría, ante la firma de la paz, asistirles en su transformación como partido político. Al recibir su llamada, les dije que lo sentía mucho, que podía seguir tomando tranquilamente el café; pero que la vida me llamaba a la puerta y tenía que asistir a su encuentro en el Hospital Español. Nació Joan el 19 de Octubre de 1998 en Ciudad de Guatemala – aniversario de la Revolución de Octubre de 1944, y por ello día festivo en el hospital casi vacío – y recuerdo que recién llegados de vuelta a casa sufrimos el paso del huracán Mitch, que me absorbió totalmente en la dedicación a la respuesta de emergencia y cooperación, y que de sus primeros días sólo queda en mi memoria que lloraba desesperadamente cuando tarde en la noche regresaba a casa. Es así nuestra historia familiar una historia estrechamente vinculada a nuestra experiencia y vocación centroamericana, y forma ésta parte de lo que somos y nos define.

          No ha sido la construcción de la paz en Centroamérica sólo objeto de mi dedicación y acción como diplomático y mi trayectoria como tal, de destino en destino, entre 1987 y 1999; sino también de mi dedicación y reflexión académica, de mi escribir. Tal vez porque ese yo más yo que había sido en El Salvador quería seguir siendo, porque buscaba respuestas a las preguntas sobre el significado de lo vivido, porque por fidelidad a mi personaje y al Estado no podía, al menos en aquel momento, contar lo que había visto y vivido por dentro, porque desde hacía tiempo consideraba que tenía el reto pendiente de hacer mi tesis doctoral, dar académicamente el salto de los que aprendían a los que enseñaban, y sentía que tenía algo que enseñar... en mi caso al llegar a México me embarqué en la aventura de elaborar mi tesis doctoral en Ciencias Políticas sobre transición política y proceso de paz en El Salvador. Como digo en su introducción, no fue el mío el caso de quien buscaba un tema para su tesis, sino de quien tenía un tema y decidió hacer de él su tesis. Por eso, mientras mis jornadas laborales tenían como uno de sus principales objetos la construcción de la paz en Guatemala, mis noches, mis fines de semana y mis vacaciones mientras estuve en México, y al llegar a Guatemala, fueron tiempo de una vida paralela de investigar y escribir que culminó con la defensa de mi tesis en Junio de 1998, y posteriormente de la publicación como libro de La metamorfosis del Pulgarcito. Transición política y proceso de paz en El Salvador la primavera siguiente. Culminación, y a la vez inicio de una trayectoria de dedicación académica a los procesos centroamericanos que me ha llevado a publicar regularmente y a impartir cursos de doctorado y de postgrado y a otras actividades académicas sobre ellos. Una trayectoria en la que se inscribe la escritura de estos ensayos sobre la construcción de la paz en Guatemala que conforman este libro.

            Una trayectoria, un escribir, a través de los que he seguido y sigo haciendo de la construcción de la paz en Centroamérica argumento de mi esperanza. Más allá del personaje del diplomático implicado en los procesos centroamericano que un día fui, la persona que por encima y más allá de él quiere seguir siendo, seguir contribuyendo a construir la paz en Centroamérica, y por eso y para eso escribe. Pues la construcción de la paz en Centroamérica me importa, me afecta, forma parte de la historia de mi vida, como cada generación y cada uno tiene algún o algunos acontecimientos o procesos históricos contemporáneos que forman parte de la suya. He ahí el juicio de valor que, en honor de Max Weber, explicito.

            Desde esa trayectoria, esa experiencia, esa motivación, esa opción de ser persona, están estos ensayos escritos. Toda obra publicada, inicia, al ver la luz de la letra impresa, el viaje que realiza aquella encerrada en una botella por un náufrago en una isla desierta: no sabe a dónde va a llegar, ni a quién. Cada vez que empieza otra botella a flotar en el mar, el náufrago y la isla desierta pueden dejar de serlo. Cada vez que escribimos zarpa una botella de la isla que somos. Zarpa en ésta el agua acumulada de lo reflexionado sobre la construcción de la paz en Guatemala en la botella contenida en este libro. Con la esperanza de que algo de lo que digan pueda contribuir a que alguien comprenda mejor al quetzal en su perplejidad, de que la comprensión hacia el pasado del proceso guatemalteco que pueda aportar contribuya a la construcción del futuro, de aportar su voz a la conversación sobre la construcción de la paz. Zarpa, y con ello concluye el escribir de este libro.

          Concluye el viaje de su escribir, y al tiempo inicia el de su lectura, con el deseo de que te sean propicios los vientos a través de sus páginas.

 

Manuel Montobbio

Estrasburgo,
XXV Aniversario de los Acuerdos de Paz de Guatemala

 

 

[1] Aunque su actuación puede darse en cualquier foro o frente a cualquier actor, el Grupo de Amigos se constituye y funciona permanentemente en tres sedes (de modo que para cada capital podríamos considerar que funciona con una cabeza y tres brazos): Guatemala (apoyo al proceso frente a los actores nacionales e interlocución), México, D.F. (escenario de la negociación y residencia de la Comandancia General de la URNG, lugar de seguimiento del proceso negociador e interlocución con las partes y la moderación) y Nueva York (interlocución e impulso del proceso ante las instituciones de Naciones Unidas, así como en lo referente a la Misión de verificación).