Celebrábamos el pasado Domingo de Ramos la entrada de Jesús en Jerusalén, y con ello el inicio de la Semana Santa. Para conmemorarlo os comparto el poema que precisamente así, Domingo de Ramos (o, en catalán, Diumenge de Rams), se titula, escrito hace tres años, en el inicio del tiempo confinado, el tiempo pandemia en que hemos vivido y que poco a poco vamos dejando atrás, como muestra la pasión por el viaje y el disfrute de la vida que respira esta Semana Santa.
Nos lleva cada Semana Santa la imaginación y el espíritu a Jerusalén, Ciudad tres y mil veces Santa que respira eternidad, donde se respira eternidad. A donde tuve ocasión de viajar por última vez con mi esposa en Diciembre de dos mil nueve. Me inspiró aquel viaje la escritura de mi poemario Jerusalén, que forma parte de la geografía poética recogida en mi libro Mundo. Una geografía poética, que reúne buena parte de mi poesía ordenada como tal, del que os he venido compartiendo uno de sus poemas el Viernes Santo de 2020, de 2021 y de 2022, y no quisiera faltar en este tampoco a la cita.
Así, os compartía el Viernes Santo hace tres años el poema Olivo de Getsemaní, que forma parte de él. Os decía entonces que a veces hablan los árboles al poeta, especialmente si tienen milenios de Historia vivida que contar, como es el caso del olivo más viejo del huerto de Getsemaní. A veces tal vez nos vean de manera distinta y mejor de lo que a nosotros mismos nos vemos, y se hagan y nos hagan las preguntas que no nos hacemos. A veces al dictado reproduce el poeta su voz en un poema que ambos escriben con la esperanza de que otros la escuchen, aprendan a escucharla, a entenderla. La poesía es diálogo con la naturaleza, con la vida, con el mundo, con uno mismo en ellos reflejado, siempre en busca del alma. Que tal fue el caso de los olivos del huerto de Getsemaní en el que oró Jesús tras la última cena, en el que fue prendido, en el que pasó lo que conmemoramos estos días dos mil años después. Pasó, y les pasó; pues lo vieron y vivieron, como tantos hechos que han visto y vivido a lo largo de los milenios en que ha ido aumentando su tronco sus anillos. Lo visité con mi esposa durante aquel viaje y su voz en mí me llevó a escribir ese poema; y, al calor de la inspiración, al vapor de Jerusalén emanado y captado en ese viaje, a partir de él los otros cuatro que con él conforman el poemario – Más fácil, Aire de Jerusalén, Tiempo de Jerusalén y Sueños de Jerusalén.
Os compartía el de hace dos años el poema Más fácil, con el que inicia el poemario, como inicia al entrar a través del ojo de la aguja de la puerta de Jerusalén nuestro viaje por ella. Nos dijo Jesús que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos (Mateo 19, 23-30). Nos llama de alguna manera a lo difícil, a lo no evidente, al esfuerzo frente a la inercia. A preguntarnos por los “más fácil” que nos plantea el mundo y la vida, que nos plantea Jerusalén, para entrar en ella, para vivirla verdaderamente. Pues aunque pueda ser más fácil morir u odiar por Jerusalén que vivir o amar por ella, optamos por la vida, optamos por el amor, optamos por la paz. Con la esperanza y deseo de que su lectura os inspire la respuesta a esas preguntas, la búsqueda de lo difícil, de la esencia, del amor y la vida.
Os compartí el de hace un año Aire de Jerusalén, para que lo inhaléis, lo respiréis a fondo, nos preguntemos por qué no es aire sino llanto el de Jerusalén, y estos días, como ya enconces, el de Ucrania, sin olvidar doquiera los seres humanos hacemos del aire llanto, y nos preguntemos por qué y para qué, hasta deseterrarlo para siempre de nuestras venas que añoran la sangre de la vida, la sangre del amor, la sangre del corazón que riega las almas y la paz interior y exterior.
Siguiendo este itinerario poético por Jerusalén, os comparto ahora Tiempo de Jerusalén. Siempre es tiempo de Jerusalén, no pasa el tiempo, sino la eternidad; ni es futuro / el futuro, sino pasado / que se repite, / pasado / que se eterniza... Siempre es tiempo de Jerusalén, sí, tiempo para ser Jerusalén; mas ninguno como éste, ninguno como estos días para invitaros a leer los versos que a su enunciado responden. Al tiempo que os invito a releer o leer Domingo de Ramos / Diumenge de Rams, Olivo de Getsemaní, Más fácil y Aire de Jerusalén como cuando como cartas en la botella los lancé al mar de la web, junto a ellos lleno esta Semana Santa de Tiempo de Jerusalén esta botella en que os los envío para hacernos a su luz las preguntas que os planteaba y os planteo ahora. Y, al hacerlo, os invito a leerlo, a leerlos, y os deseo feliz Semana Santa.
Tiempo de Jerusalén
No pasa el tiempo
en Jerusalén
sino la eternidad
ni es futuro
el futuro
sino pasado
que se repite
pasado
que se eterniza
pasado
de hechos terribles
o hermosos
que se quiere siempre
presente
en la conciencia
y las acciones
de las mujeres
y los hombres
cuyas vidas interpretan
guiones escritos
en escrituras sagradas
profecías
que hay que cumplir
o palabras
de Dios
tantas escritas
en Jerusalén
demasiadas
no queda
papel en blanco
para escribir
el futuro
poemas de amor
o vivir
la vida
no queda
papel en blanco
para dar tiempo
al tiempo
tiempo
a Jerusalén
tiempo
para ser yo
en Jerusalén
tiempo
para ser nosotros
en Jerusalén
tiempo
para ser
Jerusalén.
Manuel Montobbio
Lunas inspiradas
por Jerusalén
de Diciembre
de dos mil nueve
y Enero
de dos mil diez