Realizan los Jefes de Estado visitas de Estado, y constituyen éstas la máxima expresión del interés de un Estado en otro Estado, culminan un largo proceso de preparación, escenifican lo realizado y el horizonte al que se propone navegar más allá, articulan la presentación, el conocimiento y la interrelación mutua de Jefatura del Estado a Jefatura del Estado y de sociedad a sociedad. Tienen las relaciones entre los estados, especialmente cuando alcanzan su mayor grado de desarrollo, su marco conceptual, caracterizador y operativo, su categorización e institucionalización. Constituye, en el caso de China, la Asociación Estratégica Integral la máxima expresión de la importancia estratégica que se otorga a una relación bilateral: de ahí la relevancia de que en 2005 se estableciera la Asociación Estratégica Integral entre España y China; de ahí la de que ésta cumpla veinte años este 2025. De ahí la de la visita de Estado que SSMM los Reyes han realizado a China – concretamente a Chengdú y a Pekín – la semana pasada, que hemos tenido ocasión de seguir en detalle y paso a paso en los medios de comunicación.
Constituye, de alguna manera, la visita de Estado la concentración de la eternidad en un instante, al tiempo símbolo y punto de llegada y de partida. Punto, cumbre desde la que contemplar los valles de los que venimos y hacia los que vamos, desde los que definir los horizontes hacia los que nos proponemos navegar, de reflexionar sobre el camino recorrido y sus lecciones, de mirar más allá. Pues constituyen los aniversarios ocasiones para mirar hacia atrás y hacia delante; en el caso de las relaciones diplomáticas, para conmemorarlos con una visita de Estado, y también para reflexionar y elaborar libros que nos ayuden a ello. Como el que, con ocasión de éste, ha coordinado y coeditado Xulio Ríos – autor y figura referencial en España para el conocimiento y comprensión de china y las relaciones con ésta – con el título China y España: ¿un futuro compartido?. Enfoques sobre la Asociación Estratégica Integral (2005-2025), del que tengo el honor de ser el autor del ensayo que le sirve de epílogo.
Tras el prólogo de José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno cuando se suscribió la Asociación Estratégica Integral, bordan los diecinueve autores que me preceden – cada uno referencial en su respectivo ámbito – el qué y el cómo, los ámbitos y los instrumentos en que se desarrollan las relaciones bilaterales, en un recorrido a través del planteamiento de la Política Exterior de China y el papel otorgado en ésta a las asociaciones estratégicas integrales, de las relaciones políticas, los mecanismos institucionales de las relaciones bilaterales y el papel de las diferentes instituciones y actores del Estado y de la sociedad, con particular atención a las comunidades autónomas y regiones y a las ciudades; de las relaciones económicas, comerciales y turísticas, la cooperación tecnológica y medioambiental, o las relaciones en al ámbito de la defensa y la seguridad; de los intercambios universitarios, las relaciones culturales y el respectivo establecimiento de centros del Instituto Cervantes en China y centros culturales de China y el Instituto Confucio en España; de las relaciones y papel de los think tanks, los partidos políticos, los medios de comunicación y la cobertura informativa, o las asociaciones empresariales y sindicales y el diálogo social. Ámbitos, elementos, actores e instrumentos todos ellos importantes y relevantes para la conformación y desarrollo de las relaciones hispano chinas. En clave de futuro, resulta en todos ellos y en otros relevante mirar, como hacemos, hacia atrás y hacia delante, extraer lecciones aprendidas, ver y pensar cómo ir más allá, hacia dónde navegar. Con la conciencia de que navegar no es flotar, de que, sean las que sean las corrientes y los vientos, necesita de horizontes, de dirección y sentido.
Resulta desde luego relevante, necesario e insustituible; mas no sólo: pensar en clave de futuro las relaciones hispano-chinas en toda su potencialidad requiere, también, pensarlas más allá o más adentro, en gran angular y en profundidad. Y ello es precisamente lo que se propone mi ensayo Las relaciones hispano-chinas: cuestiones y planteamientos en perspectiva y gran angular.
Vio el libro la luz de la letra impresa justo a tiempo para hacerse presente en la Feria del libro de Madrid, y fue una satisfacción haber estado el pasado 8 de Junio firmando ejemplares de éste en la caseta de la Editorial Popular – como podéis ver en la foto que os comparto. Mas ningún momento podría ser tan propicio como éste, tras la visita de Estado, para meterlo en esta carta en la botella y lanzarlo al mar de la web con la esperanza de que os animéis a leerlo a continuación, y de que contribuya a la reflexión sobre nuestra navegación en las relaciones hispano-chinas y en el mundo, y su sentido y propósito.
Manuel Montobbio
Helsinki,
22 de Noviembre de 2025

LAS RELACIONES HISPANO-CHINAS:
CUESTIONES Y PLANTEAMIENTOS
EN PERSPECTIVA Y EN GRAN ANGULAR
I.- Del qué, el para qué y el cómo. Aproximaciones alternativas a las relaciones hispano-chinas.
Constituyen los aniversarios ocasiones para mirar hacia atrás y hacia delante, en el caso de las relaciones diplomáticas para conmemorar, reflexionar y elaborar libros colectivos que nos ayuden a ello, aglutinar el vapor disperso de las miradas y los ámbitos. Así, bien podemos, en el caso de las relaciones hispano-chinas, referirnos a los aniversarios del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España y la República Popular China en 1973, o al del lanzamiento del Plan Marco Asia Pacífico en 2000, o al del establecimiento de la Asociación Estratégica Integral entre España y China en 2005, como hace este libro.
Bien podemos fijar nuestra atención en el qué y en el cómo, en los ámbitos y los instrumentos en que se desarrollan las relaciones bilaterales, como hacemos en el recorrido emprendido en este libro a través del planteamiento de la Política Exterior de China y el papel otorgado en ésta a las asociaciones estratégicas integrales, de las relaciones políticas, los mecanismos institucionales de las relaciones bilaterales y el papel de las diferentes instituciones y actores del Estado y de la sociedad, con particular atención a las comunidades autónomas y regiones y a las ciudades; de las relaciones económicas, comerciales y turísticas, la cooperación tecnológica y medioambiental, o las relaciones en al ámbito de la defensa y la seguridad; de los intercambios universitarios, las relaciones culturales y el respectivo establecimiento de centros del Instituto Cervantes en China y centros culturales de China y el Instituto Confucio en España; de las relaciones y papel de los think tanks, los partidos políticos, los medios de comunicación y la cobertura informativa, o las asociaciones empresariales y sindicales y el diálogo social. Ámbitos, elementos, actores e instrumentos todos ellos importantes y relevantes para la conformación y desarrollo de las relaciones hispano chinas. En clave de futuro, resulta en todos ellos y en otros relevante mirar, como hacemos, hacia atrás y hacia delante, extraer lecciones aprendidas, ver y pensar cómo ir más allá, hacia dónde navegar. Con la conciencia de que navegar no es flotar, de que, sean las que sean las corrientes y los vientos, necesita de horizontes, de dirección y sentido.
Resulta desde luego relevante, necesario e insustituible; mas no sólo: pensar en clave de futuro las relaciones hispano-chinas en toda su potencialidad requiere, también, pensarlas más allá o más adentro, en gran angular y en profundidad. Y ello, en varias perspectivas o dimensiones, teniendo en cuenta
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la concepción y sentido de la Política Exterior y su posible desarrollo.
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la actoría global de China y el reto compartido de conformar la gobernanza global, la navegabilidad y navegación de la nave espacial Tierra destino futuro y la procuración de los bienes públicos globales.
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la dimensión civilizacional y cultural de China, con la conciencia de que su ascenso global conlleva la conformación de un sistema internacional y un mundo policéntrico, y no sólo multipolar.
Se nos plantea así el reto de conformar una visión que pueda inspirar una estrategia, un planteamiento, con la triple conciencia o punto de partida de que
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se trata más de plantear preguntas, cuestiones a considerar, a hacer presentes y conscientes; que de formular conclusiones o respuestas. Nos dice el Tao Te King que con un solo paso se inicia un camino de tres mil leguas. Se trata, en definitiva, de dar ese paso.
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por su dimensión, la relación con China puede abarcar y abarca no sólo la interacción con ella, sino todas las cuestiones relevantes de la agenda internacional. En el qué, el para qué y el cómo. Para España, y para la Unión Europea. Constituye una cuestión clave, esencial para la propia actoría global; y la estrategia para las relaciones con China implica y necesariamente se enmarca y debe contemplarse en la estrategia global, exterior e interior. Y en el caso de la Unión Europea, se plantea el reto no sólo de ejercer su actoría internacional, sino del reconocimiento y consideración efectiva de ésta por otros actores relevantes, que en el caso de China reviste una dimensión determinante para su actoría global.
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afrontamos el reto único de la construcción y conformación en común de la universalidad común; y la dimensión paradigmática, filosófica, civilizacional de la centralidad de China nos plantea un reto de co-evolución, de interacción entre el yin y el yang, de contemplar, pensar y repensar nuestro propio pensamiento en el espejo del suyo.
Necesitamos para ello considerar no sólo el qué y el cómo, con especial atención a la cultura estratégica china; sino también el para qué. Y nos proponemos para ello acometer un itinerario que nos lleve a considerar las perspectivas y enfoques de la Política Exterior, de la actoría global de China y de su dimensión paradigmática y civilizacional; y las aproximaciones en gran angular y en profundidad a las relaciones hispano-chinas.
II.- Perspectivas y enfoques.
II.1.- De la Política Exterior
¿Y si, en lugar de la polis en que vivimos desde La República de Platón y la Política de Aristóteles, de la política en la que parecemos desde siempre vivir, hubiéramos vivido en la Tianxia que Confucio, Mencio, Mozi, Xunzi o Huanfeizi concibieron en las obras que conforman la Filosofía política clásica china como la unidad de gobierno natural de los seres humanos?. Tianxia: todo bajo el cielo, seres que bajo él habitamos. Y, en consecuencia, la labor y reto del pensamiento y la acción política fuera la de superar los gobiernos o unidades políticas territoriales para desde ellas construir o contribuir al gobierno de todo bajo el cielo. Y el orden natural de las cosas fuera la existencia de un Gobierno mundial junto y sobre los gobiernos territoriales. Pues presupone, a sensu contrario, la polis – sea ésta encarnada por la ciudad griega o el Estado contemporáneo – necesariamente otras polis, un nosotros frente o contra los otros, y la necesidad de relación con otras polis, la distinción entre política interior y exterior, y, como correlato de la identificación de Constitución que regula el sistema político y rige la vida política de la polis con el contrato social y la cúpula de la pirámide kelseniana del Derecho, la identificación de la sociedad y el sistema internacional con el estado de naturaleza.
Presupone la polis necesariamente otras polis, y nos plantea la relación entre ellas, plantea a cada polis, a cada Estado, la necesidad de concebir y desarrollar su Política Exterior, la pregunta sobre su objeto y propósito, de cuál es el juego que juegan los actores internacionales y cómo se puede jugar, que procede responder en un doble sentido. Por un lado, si la posición de un actor internacional - determinada por su poder duro y blando, su posición geoestratégica, población, economía y desarrollo, fuerza militar, alianzas y relaciones internacionales, lengua y cultura, entre otros factores – es X y al cabo de cierto tiempo es Y, se le plantea el reto de que Y>X. Para ello juega el juego internacional, y en ello consiste de alguna manera ganarlo. Pero, por otro, también puede jugarlo para cambiar sus reglas, para incidir en la conformación de éstas, en su transformación, en la negociación sobre ellas. No son las mismas las capacidades, de pensamiento y acción, requeridas para uno y otro juego. Poder influir en la conformación es cuestión de capacidad; pero no sólo: requiere también, especialmente en el caso de potencias medias, vocación y voluntad. Puede haber actores que se planteen como objetivo fundamental maximizar Y>X, con independencia de la incidencia que ello pueda tener en la conformación y transformación del juego global; puede haberlos que se planteen al tiempo Y>X e incidir en la conformación y transformación de las reglas del juego global, en la transformación del sistema internacional, la construcción del sistema de gobernanza global y su conducción compartida. No son necesariamente objetivos dicotómicos, pueden ser complementarios: el reto es hacerlos tales. La diplomacia es, puede ser, el arte de transformar juegos de suma cero en juegos de suma positiva. Tal puede ser el reto y la ambición de España, en el planteamiento y desarrollo de su Política Exterior, y en particular en el de sus relaciones con China, elemento clave, en perspectiva de futuro, no sólo de nuestra Y>X, sino de nuestra capacidad de incidencia en la co-conducción de la gobernanza global.
Jugar el juego, plantearse su transformación, presupone una visión de éste, del sistema internacional de la Teoría de las Relaciones que lo conceptualiza. ¿Y si desde esa óptica de la Tianxia como concepto y unidad referencial y a la luz de esa filosofía política clásica china y de Las estratagemas de los reinos combatientes – texto fundacional de la historiografía china, como la Historia de la guerra del Peloponeso lo es de la nuestra – analizáramos la Teoría de las Relaciones Internacionales y el sistema internacional existente, al objeto de contribuir a su conceptualización, conformación y evolución?. Tal es la pregunta que algunos académicos chinos en el ámbito de las Relaciones Internacionales, tras formarse y doctorarse en universidades anglosajonas de referencia, se plantean desde la traslación de la disciplina al ámbito académico chino, al desarrollar su trabajo sobre ella. Y para responderla acometen una búsqueda en las fuentes con el propósito de extraer conceptos útiles para la formulación o reformulación de la Teoría de las Relaciones Internacionales, desarrollada fundamentalmente en tres direcciones – los que Qin Yaqin denomina enfoques anverso, reverso e interactivo, en función de su relación con la Teoría de las Relaciones Internacionales elaborada en Occidente. Mientras “la primera se refiere a la interpretación de la realidad a través de un sistema conceptual chino establecido y la segunda emplea un sistema conceptual extranjero – en este caso, la Teoría occidental de las Relaciones Internacionales – para interpretarla, la interactiva construye un diálogo intercultural, reflexivo y crítico, que aplica simultáneamente marcos conceptuales autóctonos y extranjeros”. Corrientes que cuentan cada una con figuras referenciales: Zhao Tingyiang y su teoría del sistema de la Tianxia en el enfoque anverso; Yan Xuetong y su obra Ancient Chinese Thought, Modern Chinese Power en el reverso; y Qin Yaqin con su teoría de la relacionalidad en el interactivo. Propuestas, ideas a las que ofrezco una aproximación en mi libro Ideas chinas. El ascenso global de China y la gobernanza global (2017) y que nos muestran que el tiempo interesante del ascenso global de China que vivimos es al tiempo el tiempo de las ideas chinas. Y de las ideas asiáticas.
Ideas, perspectivas expresión del ascenso global de China cuya trascendencia procede considerar desde la interpretación de éste en clave de la “maldición de Tucídides” y de su cultura estratégica. Sostiene la “maldición de Tucídides” que el cambio de potencia hegemónica en el sistema internacional es resultado de una confrontación de ésta con la anterior. Pareciera como resultado de una ley inevitable que dicha confrontación tenga lugar para el cambio de sistema y de era. Una maldición que los teóricos de las relaciones internacionales basan en aquel pasaje de la Historia de la guerra del Peloponeso que señala como causa de ésta que Esparta “temía que los atenienses se hicieran más poderosos, al ver que la mayor parte de Hellas se encontraba bajo el control de Atenas”. Nos llama Qin Yaqin la atención sobre la metarrelación o naturaleza de las relaciones y la lógica a ellas subyacente: frente a la hegeliana tesis-antítesis-síntesis y el pensamiento dicotómico de que una cosa no puede ser ésa y la contraria; la de que el yin coexiste con el yang en un todo armónico y al tiempo lo genera, de que más que una tesis y una antítesis enfrentadas pueden existir y existen co-tesis simultáneas. Lo que tiene una doble trascendencia ante el ascenso global de China. Pues, por un lado, frente a la “maldición de Tucídides” que algunos teóricos de las Relaciones Internacionales formulan, según la cual todo ascenso de una nueva potencia hegemónica conlleva una confrontación de la que resulta una redefinición del orden internacional, nos dice que puede ésta cumplirse si pensamos como Tucídides, si pensamos en términos de tesis-antítesis-síntesis; mas no si nos situamos en el paradigma de la tradición china, en el que convive el yin con el yang, y pueden coexistir co-tesis que conviven e interactúan armónicamente, y eventualmente se trascienden en una universalidad o paradigma superior. Pues, por otro, implica y explica que el ascenso global de China conlleva la emergencia no sólo de un polo del sistema internacional, que también y desde luego, sino sobre todo de un mundo policéntrico en el que conviven dos centros o tesis diferenciadas como conviven el yin y el yang. Lo que nos plantea el reto de superar el esquema centro-periferia con el que, desde las Relaciones Internacionales a la Economía o el desarrollo, hemos concebido el mundo durante las últimas décadas, y la asunción implícita de que el desarrollo y la emergencia de una potencia supone su integración en un único centro o modelo de desarrollo político, económico y social.
Toda estrategia se concibe, elabora e inscribe en una cultura estratégica. En una cultura, una Historia y una tradición y sentido de la Historia. Nos dice Henry Kissinger al recordar y analizar en On China (2011) los planteamientos iniciales en el establecimiento de relaciones entre Estados Unidos y la República Popular China a inicios de los setenta, que un rasgo cultural invocado regularmente por los líderes chinos era su perspectiva histórica - la capacidad, incluso la necesidad, de pensar en categorías diferentes de tiempo que las de Occidente -, y que cualquier logro de un líder chino individual es situado en un marco temporal que representa una fracción más pequeña de la experiencia total de su sociedad que la de cualquier líder en el mundo. afronta China ese ascenso global con una perspectiva histórica sin precedentes en la Historia. Hasta el punto de que, así como muchos hablamos desde fuera de ascenso o emergencia global, de ida hacia la centralidad del sistema, bien puede hablarse, si apretamos el zoom, en perspectiva igualmente de reemergencia y de retorno a ésta. No ya de la excepcionalidad de la centralidad, sino de la superación de la excepcionalidad, del breve paréntesis, de ausencia de ésta. Tiempo, Historia; mas también cultura, visión del mundo, supuestos o paradigmas o lentes, a menudo inconscientes o implícitos, desde o a través de los que contemplamos la realidad, la interpretamos y aprehendemos. Resulta en ese sentido significativa la comparación entre la obra de Clausevitz, referencial en la teoría militar occidental, con el clásico El arte de la guerra de Sun Tzu: mientras el primero se centra en la utilización del poder militar u las técnicas para ganar la guerra, el segundo parte del supuesto de que la mejor guerra es la que se gana sin dar batallas, y prioriza para obtener la victoria los elementos psicológicos y políticos sobre los puramente militares, de modo que se produzca una correlación de fuerzas que haga inevitable el resultado del conflicto. Como señala Kissinger, la famosa máxima de Clausevitz de que la guerra es la continuación de la política por otros medios presupone una diferenciación entre guerra y política que no se da en el planteamiento de Sun Tzu, y mientras los estrategas occidentales “test their maxims by victories in battles; Sun Tzu tests by victories where battles become unnecessary”. Resulta igualmente ilustrativa la comparación que en On China realiza entre el ajedrez y el juego tradicional chino del wei qi como expresiones de la mentalidad y tradición estratégica occidental y china. Mientras en el ajedrez nos encontramos ante un juego de suma cero, con un único e inequívoco resultado posible y todas las piezas sobre el tablero, en el wei qi se trata de obtener la ventaja estratégica y progresiva sobre el adversario, de rodearlo hasta consolidar una ventaja estratégica sobre él, para lo que cuentan tanto las piezas sobre el tablero como las que se encuentran fuera de él; de modo que, mientras el jugador de ajedrez más hábil tiene como objetivo eliminar las piezas de su oponente en una serie de choques frontales, un jugador talentoso wei qi se mueve en espacios "vacíos" en el tablero, mitigando gradualmente el potencial estratégico de las piezas de su oponente. Lo que le lleva a concluir que el ajedrez produce pensamiento único; y el wei qi genera flexibilidad estratégica. ¿Qué pasa, qué puede pasar, cuando uno está acostumbrado a jugar al ajedrez – tal vez sea éste incluso el único juego que conozca o pueda concebir – y se encuentra jugando frente a otro acostumbrado a jugar al wei qi – que tal vez sea a su vez el único juego que conozca o pueda concebir?. Se nos plantea el reto, al plantearnos la relación con China, de hacernos esta pregunta, tener en cuenta nuestras respectivas culturas estratégicas.
Se nos plantea el reto, también, de asumir las consecuencias e implicaciones de todo ello en su doble dimensión exterior y referencial. De afrontar lo exterior y lo global repensando y pensando el mundo, la conformación del sistema y el orden internacional y su transformación, de conformar nuestra visión, como España y como Unión Europea. Temáticamente, pues la relación con China abarca todos los temas y todas las áreas geográficas, y a todos los actores y foros de la Sociedad Internacional. Pues resulta relevante para procurar los bienes públicos globales, para la navegabilidad y navegación de la nave espacial Tierra destino futuro; y lo resulta en América Latina, en África o en cualquier otra área geográfica de interés para España y para la UE, en el sistema de Naciones Unidas, en las organizaciones internacionales globales y regionales, y en nuevos foros internacionales en los que nos relacionamos con China o que se relacionan con China, como el G20, los BRICS+, el G7 o APEC. Y diplomáticamente, pues, así como China ha conceptualizado y estructurado sus relaciones exteriores en categorías, entre las que la de mayor nivel es la de la Asociación Estratégica Integral que tiene con España, cabe también preguntarse por su conceptualización y estructuración desde la perspectiva de la Política Exterior de España y de las relaciones internacionales de España en su conjunto, por la conceptualización y estructuración de nuestra Política Exterior; pues es en definitiva desde esta perspectiva que adquiere su sentido y potencialidad, que cabe orientar su navegar.
¿España, o la Unión Europea?. España a través de la Unión Europea, como Unión Europea. Pues si alguna posibilidad tenemos los españoles y europeos – y Occidente en su conjunto – de seguir siendo una de las potencias co-decisoras o decisivas en el sistema internacional y de gobernanza global en el horizonte de declive de nuestro peso relativo frente a los emergentes emergidos, tal es la de ser como Unión Europea, consolidar la actoría internacional de ésta como tal. Y difícilmente podrá ser si no es frente a China, esa China a la que la Unión Europea califica al tiempo de socio estratégico, competidor y rival sistémico. Frente a China, en China se construye Europa: que se construya y cómo se construya en ella está destinado a constituir un factor esencial de lo que será o no será Europa y en la consolidación de la actoría internacional de la UE. Y es así en dicha perspectiva y dimensión de construcción europea que debemos necesariamente abordar la reflexión de nuestra relación con China.
Se conforma la Política Exterior de China por marcos de relación bilateral, como las asociaciones estratégicas integrales, por marcos de relación geográfica como las cumbres China-África o China-CELAC, y por iniciativas globales con las que formula y articula su visión del mundo, como la Nueva Ruta de la Seda (2013), con sus versiones terrestre, marítima y digital, como arteria articuladora de la centralidad de China, la Iniciativa para el Desarrollo Global (2021), la Iniciativa de Seguridad Global (2022) y la Iniciativa para la Civilización Global (2023). Se plantea frente a ello a nuestra Política Exterior el reto no sólo de posicionarse ante éstas, sino de formular nuestro pensamiento y formulación conceptual y promover su reflejo narrativo y de diseño en sus estrategias y hojas de ruta, como la Estrategia de Acción Exterior, la Estrategia para Asia Pacífico, promoviendo la consideración de la relación con China en el conjunto de sus estrategias y acciones.
II.2.- Del sistema internacional y la construcción del orden internacional y la gobernanza global.
Incide, como hemos señalado, el ascenso global de China en la conceptualización del sistema internacional y la Teoría de las Relaciones Internacionales; e incide en su conformación, funcionamiento y transformación, en el orden internacional y la gobernanza global. Al afrontar la agenda impuesta, y al promover la propuesta. En el qué, en el quiénes y en el cómo.
Qué de la digitalización y la inteligencia artificial, del cambio climático y la transición ecológica, del desarrollo sostenible, de la reducción de las desigualdades, de los derechos humanos, de los retos demográficos, de los grandes definidores, en definitiva, de la condición humana y del futuro de la humanidad y del planeta. De la inseguridad y de la fragmentación.
Quiénes definido por la emergencia del denominado Sur Global y sus planteamientos cuestionadores del orden internacional existente, a los que no es tampoco ajena hoy, en diferente sentido, la gran potencia fundacional del orden internacional instaurado tras la Segunda Guerra Mundial. Definido por China, su relación con el Sur Global y con las grandes potencias y foros del sistema internacional.
Cómo de la confrontación o de la cooperación como dinámicas articuladoras del funcionamiento del sistema internacional, de su conformación policéntrica, de la interacción con otras grandes potencias y centros.
Qué, quiénes y cómo determinantes de la evolución del sistema internacional hacia el desorden, la fragmentación y la desgobierno, o hacia la gobernanza global para afrontar esos grandes retos definidores y posibilitar la navegabilidad y navegación de la nave espacial Tierra destino futuro.
II.3.- De los paradigmas subyacentes y la universalidad
Es la nuestra, como nos dice Simone Weil en L’enracinement, un alma enraizada, verticalmente en la cadena de los padres y antepasados que nos preceden y de los hijos y nietos que nos siguen, horizontalmente con nuestro tiempo y nuestra época, nuestro espacio, nuestro(s) imaginario(s) colectivo(s) e identidades colectivas, culturas y civilizaciones de las que formamos parte, los retos de la humanidad compartida. Si están nuestras raíces conectadas a su tierra, buscan nuestras ramas encontrarse en el cielo con nuestra común condición humana y con el alma universal, y puede ser ese encontrarse el cielo interacción entre el ying y el yang mutuamente transformadora. Nos señalaba José María Ridao en la presentación de mi libro Ideas chinas en Madrid que las encontradas en su lectura le habían resultado en muchos casos extrañamente familiares, al tratarse de ideas que se habían considerado en el debate que ha caracterizado la evolución de la Filosofía occidental, pero que fueron descartadas y excluidas, dejadas de lado de la corriente principal; y aludía por ejemplo a la tradición pitagórica orillada por la aristotélica que acabó imponiéndose. De alguna manera, nos encontramos, al encontrarnos con la tradición de pensamiento chino, con el pudo ser que no fue el nuestro, y conociéndolo y dialogando con él ampliamos nuestra propia tradición y visión, asumimos en mejor y mayor medida el desarrollo del espíritu y el alma humana en toda su potencialidad, nos conocemos mejor a nosotros mismos y al otro, y podemos mejor llegar a ser todo lo que podemos ser. Constituye así el encuentro de nuestro pensamiento, nuestra cosmovisión, con los de China una oportunidad única de añadir a nuestra tradición de pensamiento otra durante milenios desarrollada, de construir entre todos la universalidad de todos. Construirla hacia delante y en común, no desde la imposición de una sobre otra, sino desde el diálogo mutuamente enriquecedor, búsqueda compartida de la luz, oportunidad de incorporar el saber del otro, los frutos recogidos en su camino, inyectar su savia al tronco común y aproximar gracias a ello más y mejor las ramas al cielo, dar un salto cualitativo en el conocimiento; o, mejor dicho, más bien, en el saber. Búsqueda y diálogo entre las ideas, mas también y sobre todo más allá, entre los paradigmas y el lenguaje-pensamiento que los sustenta. Búsqueda que, siguiendo la aproximación al pensamiento chino realizada por François Jullien, acometo en mi ensayo Romper la cuerda, explorar caminos, intentar vivir (2024), al que remito al lector interesado.
Si hacemos y nos hacemos las preguntas que nos plantea ese repensar nuestro pensamiento, nuestros paradigmas subyacentes ante el contrapunto del pensamiento chino, no es para pasarnos de una a otra lógica, inscribirnos en una línea de pensamiento en lugar de en la otra; sino para tomar una distancia, hacer un desvío, poder desde ella contemplar nuestro propio lenguaje-pensamiento, ponerlo en tensión. Y desde esa tensión, en esa tensión, pensar lo impensado, desviarse del terreno balizado de nuestra propia tradición filosófica y cultural, apartarnos del camino y adentrarnos en el bosque, sondear lo no sondeado, explorar lo inexplorado. No podemos salirnos de nuestra propia lógica, de nuestro lenguaje-pensamiento, sin entrar en otra. No se trata, así, de buscar la diferencia, que nos lleva a la clasificación, al conocimiento, a la identificación y con ello a la identidad que tendemos a fijar en lo inmutable; sino la distancia, el desvío, que nos permite explorar, sondear, pensar lo impensado, que nos ofrece la fecundidad a partir de la que hacerlo. No se trata, tampoco, de renunciar a la universalidad, sino de concebirla de nuevo: no como aquellos conceptos de una cultura o civilización que se universalizan, que se imponen a otros, o los substituyen; sino como lo común que conjuntamente buscamos en el fondo de cada cultura y lenguaje-pensamiento, en ese fondo de entendimiento común a lo humano que en el diálogo entre nuestros respectivos recorridos podemos descubrir o construir. Ni se trata de renunciar a la antropología clasificatoria de las diferencias de cada grupo, cada sociedad; sino adentrarse al tiempo en la Filosofía del distanciamiento, del desvío, desde afuera, para cada uno desde esa tensión, en ese entre, hacer crecer nuestras ramas para que se encuentren en el cielo, para aprender desde ellas a mirarlo y descubrirlo, a ver lo que hasta ahora no sabíamos ver. De pensar, frente al espejo del lenguaje-pensamiento del otro, lo que frente al nuestro no podemos o sabemos pensar. De no concebir cada cultura o civilización como un sistema cerrado cuyo guion para siempre escrito interpretamos, que nos exige una identificación identitaria; sino como uno de los recursos, de las fecundidades posibles que la evolución humana pone a nuestra disposición para ir más allá. En este mundo globalizado, en esta aldea global, podemos por vez primera ver todos los árboles del bosque, ver y vivir el bosque desde cada árbol, recorrer como savia cada uno desde las raíces a las ramas y, enriquecidos por esa experiencia, desde esa experiencia, avanzar hacia el cielo, y al tiempo hacernos conscientes del bosque por encima de los árboles. Únicamente desde otro árbol podemos ver el nuestro. Únicamente tras haber viajado, experimentado la savia del otro, podremos ver del todo el bosque. Únicamente desde la distancia, en la distancia, podremos alcanzar lo común, en el cielo encontrarnos, pintarlo tal vez.
Reto que se nos plantea en el qué, y se nos plantea en el cómo. Resulta en este sentido relevante tener en cuenta la experiencia de la “controversia de los ritos”[1], iniciada desde que Matteo Ricci consiguiera que la Compañía de Jesús fuera aceptada por el Emperador de China en su corte y en su Imperio. Compañía de Jesús para difundir su palabra y su fe a donde no habían llegado éstas, se encontraron los jesuitas en China ante un mundo que, desde su perspectiva, encarnaba parte de lo que buscaban, que les hacía preguntas para explicarse y explicar lo que pudiera ser una res pública perfecta que, en tiempos de imposición en Europa de la razón de Estado, hacía del arcano del Imperio la legitimación del Estado a través del comportamiento ético de los gobernantes en interpretación del Mandato del Cielo y la mediación entre la naturaleza y el Cielo, identificado éstos el Dios cristiano con el Señor del Cielo. Pregunta, sobre todo, sobre la compatibilidad de la Filosofía confuciana inspiradora de los ritos y actos chinos con la fe cristiana que entre ellos quería promover, y la necesidad y posibilidad de flexibilización interpretativa que pudiera hacerlo posible. Esfuerzo acomodaticio, cuestionado por otras órdenes religiosas asentadas en China con vocación igualmente misional, que llevó a la conocida como “controversia de los ritos”, que planteaba de hecho una triple cuestión: sobre si se debería permitir a los cristianos chinos seguir practicando los rituales de honra a los antepasados (controversia de los ritos); sobre cómo presentar palabras clave como el Dios cristiano en la lengua china (controversia de los términos); sobre si los mandarines chinos cristianizados podían seguir practicando en el templo los rituales en honor a Confucio que formaban parte de sus funciones (controversia del templo). Como nos señala Lanxin Xiang (2020), si reemplazáramos los términos de entonces por los definidores de la universalidad occidental de hoy como individualismo, derechos humanos, democracia, contrato social o Estado de Derecho, podríamos encontrar una iluminadora similitud con las preguntas que cabe plantear y se plantean en la interlocución occidental con China. ¿Cómo compatibilizar los ritos de gobernanza china con los occidentales?. ¿Cómo expresar los valores universales de los derechos humanos en una China que no reconoce la universalidad, y cómo y hasta dónde acomodar sus criterios rectores a ésta?. ¿Cómo y hasta qué punto acomodar las peculiaridades de su sistema político y sus mecanismos de legitimación al templo universal de la democracia?. ¿Cómo, en definitiva, construir en común la universalidad común para la vida en común de la humanidad y del planeta?.
Al contemplar el ascenso o reemergencia global de China no podemos sino decirnos que elemento fundamental y determinante de su transformación ha sido el contacto e interacción de su pensamiento, sus ideas, paradigmas y técnicas con las del Occidente que le vino al encuentro, procesándolos desde su propia cosmovisión y lengua pensamiento para evolucionar e ir más allá. Puede esta interacción del yin con el yang ser correspondida por la del yang con el yin; y nos plantea el reto y la potencialidad de promover nuestra propia evolución a partir de pensar nuestro pensamiento a la luz del suyo.
III.- Aproximaciones
Nos lleva el camino recorrido a plantear y plantearnos el reto de afrontar las relaciones hispano-chinas en zoom o en gran angular; y de afrontarlas en profundidad.
En zoom o en gran angular, vertical y horizontal. Vertical del tiempo, de la perspectiva histórica en que las relaciones con China se inscriben, sin olvidar, como nos señalaba Dolors Folch (2013), que la Manila de la Monarquía Hispánica fue un día el centro del comercio global entre China y Occidente, y que durante tres siglos el Galeón de Manila hizo posible que hasta un tercio de la plata americana acabara en China, y fuera clave para el funcionamiento de su Economía, y que los productos chinos llegaran a América y Europa. Perspectiva hacia atrás, a la luz no sólo del camino recorrido desde el establecimiento de las relaciones diplomáticas con la República Popular China en 1973 o de la Asociación Estratégica Integral en 2005, sino desde antes y siempre; y perspectiva hacia delante, en el horizonte, por ejemplo, de 2049, centenario de la Revolución China, o más allá, con la conciencia de que China se contempla en perspectiva histórica como una unidad política desde la unificación Qin el año 224 antes de Cristo. Horizontal no sólo de las relaciones de España y la UE con China, sino también triangularmente con otras regiones – como América Latina o África - o actores del sistema internacional, en todas las áreas y temas de la agenda internacional, sus crisis y sus retos, en la procuración de los bienes públicos globales y la gobernanza global, sobre el sistema internacional mismo y su transformación.
En profundidad, hacia lo filosófico, lo paradigmático, lo subyacente, lo profundo, las raíces y las ramas del alma, la búsqueda en común de la universalidad común. Hacia el lenguaje-pensamiento chino y su cosmovisión. Hacia nuestra propia tradición fundacional del sistema internacional con la Escuela de Salamanca, conformadora de una visión del mundo desde la afirmación de nuestra común condición humana y los derechos fundamentales que de ello se derivan, del Derecho Internacional compartido para la humanidad compartida, inspiradora de la que ha venido a conocerse como escuela o tradición española de las Relaciones Internacionales, articulada en torno a la Sociedad Internacional como concepto referencial, que bien puede dialogar con las formulaciones teóricas elaboradas en China para la superación del etnocentrismo de la Teoría de las Relaciones Internacionales.
Aproximaciones desde las que la consideración de las relaciones hispano-chinas comprende al tiempo las relaciones diplomáticas y las relaciones internacionales, el funcionamiento y concepción de la polis y la Tianxia, en definitiva la vida en sociedad y el nosotros. Y nos lleva hacia a la humanidad, la nave espacial Tierra destino futuro, el nosotros que somos todos y nuestra común condición humana. Nos lleva al nosotros, y nos lleva al yo, pues ese es también un reto a asumir por cada uno, cada una. Nos decía María Zambrano que la juventud es la edad del yo que se afirma frente a los otros, y la madurez la del yo que se afirma frente a sí mismo. Un reto, en ese sentido, de madurez.
Manuel Montobbio

BIBLIOGRAFÍA
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