PENSAR EL MUNDO, ABRAZAR EL MUNDO, CELEBRAR EL CIDOB

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            Ha cumplido en este 2023 que ahora despedimos el CIDOB (Centre Internacional de Documentació de Barcelona, hoy conocido como Barcelona Centre for International Affairs) cincuenta años, para celebrar los cuales organizó el pasado 2 de Junio la conferencia de Hillary Rodham Clinton “A life in global politics”, en conversación con su director, Pol Morillas, que, si no lo habéis hecho todavía, os recomiendo ver. Ha cumplido también este año su Revista CIDOB d’Afers Internacionals cuarenta años, lo que la conforma como revista decana y referencial sobre relaciones y cuestiones internacionales en España. Para conmemorarlo, Pol Morillas ha coordinado el número “El orden internacional: ¿más geopolítico o más plural?”. Ofrece éste una radiografía del momento actual de cambio de paradigma en las relaciones internacionales. Tras una primera revisión de la evolución de esta disciplina a lo largo de las últimas cuatro décadas, examina aspectos tales como la crisis de la democracia y del orden internacional liberal, la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China, la reconfiguración de las cadenas globales de valor, la agenda climática, la diplomacia tecnológica, la perspectiva asiática del orden internacional, así como el concepto de «política planetaria» y la influencia de las ciudades como actor internacional. Finalmente, ofrece un anexo infográfico que muestra, con datos y figuras, la trayectoria de la revista en sus 40 años de Historia. Constituye un honor muy especial que forme parte de él mi artículo “Pensar el mundo, abrazar el mundo”, escrito a partir de la lectura del libro de Jorge Dezcallar Abrazar el mundo. Geopolítica: hacia dónde vamos, que podéis leer en la versión electrónica de este número de la revista y que como carta en la botella os comparto a continuación.

            Y si constituye para mí un honor muy especial no lo es tanto – que desde luego y también – por estar presente en tan buena compañía en este número, como por reflejar al hacerlo la presencia del CIDOB – y de su Revista d’Affers Internacionals – en mi vocación internacional y su cumplimiento, mi interacción y relación con éste en su realización. Al volver la vista atrás, se me hace presente aquella primera sede del CIDOB en el piso de Lauria entre Diagonal y Provenza, apenas a una manzana de donde vivía entonces, que aquel Manuel Montobbio interesado por el mundo, atraído por lo internacional, que empezaba a plantearse sus problemas, la solidaridad con el otro, empezó a frecuentar en busca de lecturas que respondieran sus preguntas, y viera por primera vez al director-fundador Josep Ribera, en quien resonaban ecos de los sueños truncados de Chile. Una visita a la que siguieron tantas a mediados y finales de los setenta. Se me viene la imagen, ya universitario, del CIDOB de la Calle Elisabets, y las primeras conferencias y actividades. Y después, ya joven diplomático, la llamada de Josep Ribera para que diera alguna clase en sus cursos. Y cuando, al finalizar mi destino en Yakarta, escribí mi ensayo “La gravedad del Pacífico” con la ambición de reflejar el cambio fundamental que se empezaba a vislumbrar por el desplazamiento del centro de gravedad del orden internacional hacia el Pacífico, y las implicaciones que comportaba para Europa y para España, al enviárselo a Josep Ribera éste lo acogió en el número 28 de Afers Internacionals, en el que vio la luz de la letra impresa en Enero de 1995.

            Seguirían a éste otros trabajos publicados en Afers Internacionals, como “La crisis centroamericana y la construcción de un nuevo orden internacional en América Latina”, “El camino de la bicicleta: reflexiones sobre el sentido, logros y retos de las cumbres iberoamericanas”, “Presencia en organismos internacionales: una política para un reto colectivo” o “Indonesia: construcción nacional y gobernanza democrática”, al tiempo que el CIDOB me ha ofrecido la oportunidad de compartir a través de él una parte importante de mi reflexión y conocimiento sobre cuestiones internacionales a través de otros formatos, como mis documentos de trabajo CIDOB “Triangulando la triangulación España/Europa-América Latina-Asia Pacífico”, “Indonesia en transformación”– aportaciones fundacionales en español, respectivamente, sobre la aproximación y estudio de la triangulación y sobre la transición democrática y transformación de Indonesia - o “El sueño de Sandino y la paradoja nicaragüense. Una aproximación al proceso nicaragüense”; la monografía, publicada conjuntamente por el CIDOB y el Real Instituto Elcano,  La geopolítica del pensamiento: think tanks y política exterior, teorizadora e introductora de la temática en español; Notes Internacionals CIDOB como “Esquipulas II + 25: Centroamérica en perspectiva” o “Asia, China y la reconfiguración de la inserción internacional de América Latina”; artículos en su revista en catalán Documents CIDOB, como “Timor Lorosae: crònica del naixement d’un Estat”; capítulos en libros colectivos, fruto de cursos de la UIMP en Barcelona, como Multilateralismo versus unilateralismo en Asia: el peso internacional de los “valores asiáticos” (“Valor y poder. Las transformaciones del sistema internacional y los valores asiáticos”), Desarrollo y transición en Asia (“Cultura, desarrollo y cambio político en Asia y América Latina: una aproximación comparada”) y Regionalismo y desarrollo en Asia. Procesos, modelos y tendencias (“Modelos de regionalismo y desarrollo”); o en el Anuario de Asia Pacífico, editado durante algunos años por el CIDOB junto a Casa Asia y el Real Instituto Elcano (“Oriente-Occidente: el diálogo indispensable”, “Intercivilizaciones”, “La mariposa fuera de la crisálida. Una aproximación al diálogo Oriente-Occidente en 2006”, “De los valores a las ideas asiáticas y la gobernanza global”), y en el Anuario Med, editado por el CIDOB junto al IEMED (“Vuelta a casa. Albania en el Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo”, “Los Balcanes y la construcción internacional del Mediterráneo”).

            Se me hace presente, también, la presentación en Barcelona en su salón de actos de mi libro Salir del Callejón del Gato. La deconstrucción de Oriente y Occidente y la gobernanza global en la primavera de 2008, junto a Narcís Serra, entonces Presidente del Patronato del CIDOB, Fred Halliday, Xavier Vidal-Folch y la editora Anna Monjo. Y tantas otras presencias que han hecho del CIDOB como una segunda casa, un referente familiar de la Barcelona a la que siempre voy y en la que siempre estoy, siempre está en mí, de las Rambles de la vida que me habitan por dentro y a través de las que, además de invocar a los ángeles de las Ramblas tras el atentado en éstas el 17 de Agosto de 2017, relato mi vida pasando por ellas, Ramblas, como digo en el poema-libro, “de paso / a una actividad / o una reunión / en el CIDOB / o a…” Presencias también, en su vida institucional, en numerosas reuniones de su Patronato en las etapas – entre 2002 y 2006 y entre 2011 y 2014 - en que, como suplente del Secretario de Estado de Asuntos Exteriores, he participado en representación de Ministerio de Exteriores, así como en la constitución, promovida por el CIDOB  en la primavera de 2004, del Institut Barcelona d’Estudis Internacionals IBEI. Nos dice Jean Monnet en sus Memorias que nada es posible sin las personas, ni nada permanece sin las instituciones. Que las personas pasan, pasamos, y lo que podemos hacer para dejar a los que vienen tras nosotros, son las instituciones, cuya vida es infinitamente más larga que la de éstos, y pueden, si están bien construidas, acumular y transmitir la sabiduría a las generaciones sucesivas. Pues sólo las instituciones pueden devenir más sabias, permitir a las generaciones venideras construir a partir de lo aprendido por las precedentes. Nos decía Newton que podemos ver más allá subidos a los hombros de los gigantes que nos preceden. Constituye en este sentido una satisfacción haber podido contribuir en esas etapas de participación institucional en su Patronato a su maduración y evolución, y ver y vivir, de alguna manera, el CIDOB por dentro. Ser parte del nosotros que somos. Lo que no ha hecho sino fortalecer y reafirmar la vinculación personal e identificación con éste. Ha sido y es el CIDOB cincuenta años, y los será muchos más, porque importa y nos importa.

            Se cumple en este cincuenta aniversario el CIDOB. Se cumple en este cuarenta aniversario la Revista CIDOB d’Afers Internacionals. Se cumple la vida, y se conforma ésta como un collar que une las perlas de los momento, lectura, publicaciones o experiencias a lo largo de nuestras vidas al CIDOB asociadas, por el CIDOB hechas posibles y alumbradas. Celebremos la vida: celebremos al CIDOB, y apuntemos al futuro con el arma cargada de poesía y esperanza con que nos enseñó a afrontarlo Gabriel Celaya.

 

Manuel Montobbio

Diciembre 2023

 

 

 

Pensar el mundo, abrazar el mundo

 

            Concluye Jorge Dezcallar su recorrido diciéndonos que el mundo está en nuestras manos, y podemos abrazarlo, modelarlo y hacerlo mejor o desentendernos de él; que nunca los humanos hemos tenido tanto poder en la corta y rica Historia de la humanidad, y que ojalá sepamos manejarlo con inteligencia y esa es nuestra enorme responsabilidad, porque de eso dependerá el mundo que dejemos a nuestros hijos e hijas. Y de alguna manera para concluir así, asumir esa responsabilidad, adquiere su sentido – significado, dirección, sentimiento – último realizarlo y en él acompañarle. Asumir esa responsabilidad, adquirir esa conciencia, comprender, pensar el mundo para abrazarlo. Y hacerlo a la luz de la razón, que tantas dudas e inquietudes, retos y problemas nos señala. Sobre lo que pasa y nos pasa, y sobre nosotros mismos, la condición y la aventura humana y la vida sobre la Tierra. Desde la preocupación por lo que ésta y la experiencia nos muestran; mas y al tiempo desde la esperanza, la no resignación, el compromiso con la navegabilidad y navegación de la nave espacial Tierra en que viajamos todos destino futuro, cuyo puente de mando dejaremos a las siguientes generaciones.

            Desde esa misma Mallorca donde Abrazar el mundo ha sido escrito nos decía Llorenç Villalonga a través de su Don Toni en Bearn que la primera mitad de la vida es para vivirla, y la segunda para reflexionar y escribir sobre lo vivido. Nos impuso y al tiempo ofreció el tiempo confinado del COVID-19 una pausa para reflexionar sobre lo vivido, “tiempo para pensar y tiempo para escribir este libro”, como nos cuenta Jorge Dezcallar tras una vida dedicada a la diplomacia y la Política Exterior. Tras ésta, y desde ésta; pues si el recorrido al que nos invita está fundamentado en un sólido conocimiento de datos y bibliografía relevante, está al tiempo basado en ese sexto sentido diplomático que proporciona la experiencia adquirida a lo largo de su trayectoria.

            Parte Dezcallar en su propósito de analizar los vectores que influyen en la geopolítica y el estado actual de la humanidad de la constatación de que los seres humanos nunca hemos vivido tan bien y tanto tiempo como ahora; y sin embargo estamos desasosegados, inquietos ante un futuro lleno de incertidumbres en el que una tras otra caen las columnas en que se sustentaba un mundo que se creía inmutable. Un mundo en mutación, una aceleración del tiempo histórico cuyos acontecimientos parecieran desbordar el cauce del río de la Historia, con efecto acumulativo y multiplicativo por la convergencia de las revoluciones tecnológica, demográfica, genética y de la información – a las que nos ofrece una aproximación -, frente a las que nos encontramos ante el vaciamiento de competencias y pérdida de capacidades del Estado al que dirigimos nuestra mirada, con el consiguiente cuestionamiento de legitimidad, y la crisis de la globalización tal como la conocíamos tras la crisis del 2008 y la de la pandemia, que ha constituido la primera crisis global sin liderazgo global, parteaguas cuestionador del mundo y su gobierno y dirección, acelerador de tendencias y al tiempo reclamo de gobernanza.

            Tiempo acelerado de revoluciones simultáneas, cuestionador de la eficacia y legitimidad del Estado, de erosión democrática y emergencia de modelos alternativos al calor del ascenso global de China, en el que, como un castillo de naipes, caen las estructuras que han sustentado el sistema internacional alumbrado tras la segunda Guerra Mundial, y al tiempo se transforman los actores, como nos muestran el Estados Unidos del “America First” ante los retos de redefinición de liderazgo, una Europa que necesita reinventarse a sí misma para afirmar su actoría hacia dentro y hacia fuera, y el ascenso global de China y la ambición de Rusia y otras potencias emergentes o reemergentes, sin olvidar la creciente y determinante actoría internacional de las grandes tecnológicas y otros actores no estatales. Transformaciones del quiénes; y transformaciones del qué: afrontamos problemas globales que requieren de soluciones globales, como el cambio climático, la pobreza, la desigualdad y el hambre, la proliferación nuclear, el terrorismo internacional y las grandes migraciones. Y al tiempo marcan la agenda global conflictos locales que condicionan el funcionamiento y equilibrios del sistema internacional, como los de Taiwan, Ucrania y Bielorrusia, Irán, Corea del Norte, Oriente Medio, Afganistán, Libia, Argelia y Venezuela.

            No se conforma Jorge Dezcallar con contemplar y analizar con criterio el mundo en que vivimos, pues como bien nos dice no se trata de mirar lo que tenemos delante, sino descubrir lo que puede haber detrás de la esquina. Y con ese espíritu descubridor nos identifica como grandes tendencias geopolíticas del mundo que viene el desmoronamiento del orden geopolítico surgido de la Segunda Guerra Mundial, con el desplazamiento del centro de gravedad hacia el Indo Pacífico – su epicentro, como nos decía Josep Piqué, en el estrecho de Malaca -, la emergencia de nuevos actores y visiones que harían imposible hoy la suscripción de la Declaración Universal de Derechos Humanos y que reclaman un nuevo orden, lo que conlleva como corolario el fin de la hegemonía de Occidente, así como la sustitución de un mundo multilateral por un mundo multipolar. Un mundo, unas tendencias, que plantean a Europa el reto de no caer en el “síndrome de Venecia” y reinventar/construir su actoría ante éste y en éste.

            Hay cisnes negros, y hay elefantes negros: acontecimientos que sabíamos que podían acontecer – aunque no cuándo – y para los que no estábamos, no estamos preparados. Como la pandemia del COVID-19. Como en la niebla de la guerra, en el polvo del galope de los caballos de la Historia, no resulta fácil contemplar en perspectiva, mas no podemos sino preguntarnos por sus consecuencias, de presente y de futuro. De presente, pues esta crisis sanitaria, que ha dado lugar a una recesión global en cuya curva de salida nos encontramos sin saber del todo su forma, tiene profundas consecuencias sobre la globalización tal como la hemos conocido hasta ahora, sobre la Economía y las políticas públicas para su gestión, y sobre la geopolítica y los posicionamientos y relaciones de Estados Unidos, China y la Unión Europea, que ha sabido reaccionar ante la crisis en lo que puede constituir el momento hamiltoniano de la construcción europea, si a la construcción interior de Europa sabe acompañar su construcción exterior. De futuro, pues si la pandemia no ha implicado el triunfo ni de America First ni de la pax sínica, nos confirma la superación de las reglas del orden multilateral del que nos hemos dotado, y la disyuntiva entre un mundo articulado entre dos centros alternativos, con sus respectivas reglas y orden, o una redifinición compartida de éstas fruto de una negociación inteligente entre bloques enfrentados y actores relevantes, que nos dote de instituciones internacionales que nos amparen a todos y nos lleve “a una cierta reconstrucción del multilateralismo que busque un nuevo equilibrio entre el Estado-nación, los sujetos internacionales no estatales, las grandes plataformas digitales y las instituciones internacionales”. Considera Dezcallar ése el escenario por el que vale la pena trabajar, aunque el pesimismo de la razón le lleve a dudar de nuestra capacidad de transformar esta crisis en oportunidad refundacional – como se hiciera en el Congreso de Viena o tras la Segunda Guerra Mundial -, para lo que ”falta visión, faltan estadistas, faltan poetas, faltan visionarios, falta voluntad política, falta consenso, faltan normas…”. Falta, añadiría yo en esos puntos suspensivos, fraternidad, ese ideal olvidado de la Revolución Francesa. Contrapone a éste el optimismo de la voluntad, la esperanza a cuya luz nos conmina, nos invoca a que ”abracemos el mundo que nos sustenta, y así podremos abrazarnos nosotros sin miedo del futuro”.

            Si tuviera que añadir algún complemento, alguna respuesta a lo mucho que nos dice y sugiere, lo haría en una doble dirección, empezando por ese abrazarnos nosotros. Pues si es ese abrazar el mundo para abrazarnos nosotros, pensar el mundo nos requiere a su vez pensarnos nosotros, como colectivo y como persona, y emprender el camino que a ello nos lleva. Por otro lado, si ciertamente necesitamos nuevas normas para la transformación del sistema internacional en sistema de gobernanza global para la navegabilidad y navegación de la nave espacial Tierra destino futuro, requiere la convergencia y definición de las normas la de los paradigmas en que se basan, la asunción de que el ascenso global de China implica – como señalo en mi libro Ideas chinas. El ascenso global de China y la gobernanza global – no tanto o no sólo una nueva multipolaridad, sino sobre todo la conformación de un mundo policéntrico, que nos plantea el reto de conformar en común la universalidad común. Nos dice el Tao Te King que con un solo paso se inicia un camino de tres mil leguas: abracemos el mundo, abracémonos, y sigamos caminando.

 

                                                                                   Manuel Montobbio