Maquilishuats en flor

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    Maquilishuats en flor

     

                Se cumple este y cada dieciséis de Enero el aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz de El Salvador en el Castillo de Chapultepec el 16 de Enero de 1992. Un aniversario, una experiencia, la de la construcción de la paz en El Salvador – para mí y tantos otros que la vivimos – argumento de nuestra esperanza, que me llevó, con ocasión del XX aniversario, a escribir el poema Maquilishuats en flor. Vio éste originalmente la luz de la letra impresa como parte de mi libro Mundo. Una geografía poética – que reúne buena parte de mi poesía ordenada como una geografía poética, de la que estos Maquilishuats en flor constituyen lugar-siempre – y del libro colectivo El Salvador 20 años en la memoria, que recoge los testimonios, compilados por Clara Hermida, de muchos de los que, especialmente desde la Comunidad Internacional, acompañamos el proceso salvadoreño. Posteriormente, en el horizonte del XXX aniversario de los Acuerdos de Chapultepec en 2022, ha sido objeto de una edición específica y limitada en El Salvador, llevada a cabo por la Universidad de Oriente UNIVO, que ha contado con la aportación de fotografías ilustradoras de lo relatado en el poema aportadas por el Museo de la Palabra y la Imagen MUPI de San Salvador, y para el que escribí el ensayo introductorio que titulé “Florecer siempre Maquilishuats en flor”. Culminaba esa edición, como señalo en éste, un largo anhelo de disponer de un instrumento, una vía para dar a conocer, para compartir el poema con las salvadoreñas y salvadoreños que lo inspiraron, en El Salvador que lo inspiró. Ha constituido una satisfacción estos últimos meses recibir los comentarios y reacciones de quienes han podido realizar el viaje a través de sus páginas; y la constituye ahora que, coincidiendo con este aniversario, UNIVO haya puesto en su web la edición electrónica en libre acceso. Pues la oportunidad y la potencialidad de compartirlo con quienes materialmente han tenido el libro en sus manos, me lleva al deseo, a la ilusión de compartirlo también con quienes materialmente no podáis acceder a él, mas sí virtualmente. Por ello y para ello, como carta en la botella lo lanzo a continuación y os lo comparto en el mar de esta web, precedido por el ensayo introductorio de la edición salvadoreña, y acompañado por las imágenes que la ilustran, de modo que podáis al recorrer esta entrada en la web tener una experiencia similar a la lectura del libro, al que podéis igualmente acceder en su versión electrónica clicando AQUÍ. En esta encontraréis también, además de la contraportada y la solapa sobre el libro y el autor, la presentación "Cuando florecen los maquilishuats" del Dr Félix Ulloa hijo, que os invito a leer y a quien quiero agradecer en estas líneas, junto al Rector de la UNIVO, Dr Pedro Arieta, y al Director del MUPI, Carlos Henríquez Consalvi, su aportación para que esta edición salvadoreña de Maquilishuats en flor haya visto la luz. A quienes os interese, podéis ver también la recitación del poema en video al inicio del acto de lectura de éste y presentación en El Salvador de La perplejidad del quetzal y al final de mi conferencia en la UCA sobre Monseñor Romero e Ignacio Ellacuría y la construcción de la paz en El Salvador y en Centroamérica, y en la conferencia  "25 años de los Acuerdos de Paz de El Salvador: una aproximación al proceso salvadoreño" en Casa Amèrica Catalunya.

                Con la esperanza de que os inspire y nos inspire para seguir siempre construyendo la paz y florecer los maquilishuats, os invito a leerlo y os deseo buen viaje en el recorrido por ellos.

     

    Manuel Montobbio

    Estrasburgo,
    lunas
    que florecen
    los maquilishuats
    de Enero
    de dos mil veintitrés
     
     
     
     
     
     

        A las salvadoreñas

    y los salvadoreños

    a la metamorfosis

    del Pulgarcito

    a quienes

    hemos sido

    salvados

    por El Salvador.

       A Dulce,

    y a nuestro amor

    nacido

    en ese tiempo

    de maquilishuats en flor

    que siempre

    es el nuestro.

     
     
     
     

    Florecer siempre

    Maquilishuats en flor

     
     

            Somos un alma caída, una sombra, un reflejo de lo que en esencia somos o podemos ser, una búsqueda. Y es la poesía una manera de buscar, de encontrar, de ver e iluminar la oscuridad y la caverna en la que nos encontramos, de hacer posible la eternidad de los instantes. Ya nos decía Platón que es, junto a la música, una de las maneras de vislumbrar, aproximarnos, captar el alma. Y nos señalaba María Zambrano que junto al tiempo y el espacio exterior existen el tiempo y el espacio interior, y que para aproximarse a ellos y a la sabiduría la Filosofía deja a veces paso a la Poesía, y alcanza el corazón razones que la razón no alcanza. Porque algunos lugares se nos quedan, como se nos quedan algunos momentos; como no todos los momentos de la Historia la han hecho igualmente, sino que brillan entre ellos esos momentos estelares de la humanidad que nos retrata Stefan Zweig: estrellas, lugares que se encienden en nuestra memoria, nuestra conciencia, se transforman en siempre y para ello afloran, guían nuestra pluma que surca el papel en blanco que deja de serlo. Tal vez hay algunos momentos de especial iluminación, especial intensidad de vida, tiempo interior que emerge, que quiere salir hacia fuera, y para ello sólo puede hacerlo en el papel, y a veces en la vida.

            Pues la poesía fundamental es la que se escribe con la vida en la vida, pero también el anhelo de apresarla en un papel. Es por eso un río discontinuo, una corriente que fluye por dentro y a veces emerge. Tal vez un imán la atraiga, tal vez algo de fuera se nos mete dentro.

            Ese río es savia y es luz. Es discontinuo. A veces emerge y nos da a conocer sus aguas, sus verdades, y los seres y los paisajes del alma. Y de alguna manera es por ello la poesía la vida; la escribimos para ser mejor quienes somos, para ser más y mejor frente a nosotros mismos. Somos quien ha escrito los poemas que hemos escrito, y de alguna manera ello nos compromete, nos lleva a seguir siendo.

            Y es así que toda poesía reunida refleja un itinerario vital, es una vida en ella reflejada, en todas sus dimensiones y aspectos, seres y hechos que han sido para nosotros poesía. Mas si refleja la vida, una vida, también el mundo, un mundo; si refleja el tiempo interior, también el espacio: pues aunque conocemos el mundo con la razón, a través de los mapas que aprendemos en la escuela y de los globos terráqueos que abandonamos en olvidados desvanes de la memoria; lo conocemos también con la experiencia, con la vida, con la composición de él que nos vamos haciendo a través de los lugares y los seres, reales o imaginarios, que vamos visitando y conociendo en el viaje de la vida. Y es ello así porque lo que yacía dentro se concreta en lugares que nos habitan por dentro, o porque lo que vemos fuera nos refleja o despierta algo que estaba dentro, o sintoniza con la nuestra su alma, o se nos mete dentro, o lo que allí vivimos resulta poesía, o de ello la hacemos… que todos vamos desarrollando o alumbrando en el viaje de la vida una geografía interior, una composición del mundo que va saliendo hacia fuera en la poesía que escribimos, cuando la escribimos.

     

     

           Hay lugares encontrados; y lugares que nos encuentran, en que nos encontramos. Que nos permiten, nos dan la oportunidad, de ser el que no éramos del todo, de ser lo que del todo podemos llegar a ser, podemos ser. Somos, pues somos todo lo que podemos ser. Lugares y circunstancias, lugares y tiempos, lugares-momento que en nosotros devienen lugares-siempre; pues no sólo en nosotros están, sino que siempre y para siempre somos el que en ellos ha sido. Tal es el caso – para mí y para cuantos conozco que lo vivieron – de El Salvador que vivió la negociación y ejecución de los Acuerdos de Paz; que vivió la esperanza y el esfuerzo, la angustia y la euforia del alumbramiento de la paz, en mi caso desde la atalaya privilegiada, y la responsabilidad, de haber estado destinado allí como diplomático en ese tiempo, encarnando o representando, entre 1990 y 1992, a la España que quería contribuir a la construcción de la paz. Una vivencia, una experiencia, que me llevó a afirmar en mi discurso de despedida en el verano de 1992 en San Salvador: ““De todos los yo que yo he sido, ninguno tan yo como el que he sido en El Salvador”.

            Una vivencia de ese lugar-siempre, un contribuir a escribir con la vida, la palabra y la acción la negociación y ejecución de los Acuerdos de Paz de El Salvador, un querer seguir siendo ese yo, que me llevará, por un lado, a intentar seguir escribiendo con la vida la paz en Centroamérica; y, por otro, a reflejar, escribir en el papel lo que la vida, la reflexión y la acción para y sobre la construcción de la paz en Centroamérica en mí ha escrito, ha ido escribiendo y he ido escribiendo.

     

     

            A seguir escribiendo con la vida, pues esa dedicación a la construcción de la paz en El Salvador se inscribe en una línea en el tiempo, una trayectoria previa y posterior de dedicación como diplomático a los procesos de paz en Centroamérica.

            Si tuviera que buscar un inicio de esa línea, posiblemente se encontraría en el recuerdo borroso de la toma de conciencia y el despertar de la inquietud de la adolescencia de alguna diapositiva ilustradora sobre la realidad latinoamericana en el colegio de los jesuitas en Barcelona, alguna canción de Quilapayún o Paco Ibáñez, la opción, por la inquietud de conocer el funcionamiento de la sociedad y el mundo, por estudiar Derecho y Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona y posteriormente un posgrado en estudios europeos en el Colegio de Europa, la atención prestada desde su inicio a la crisis centroamericana y su evolución, la temprana vocación por llegar a ser diplomático tras esos estudios realizada, y mi primer destino como tal como encargado, entre otras cuestiones, de las relaciones entre la Comunidad Europea y América Latina en el Gabinete del Secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica. Destacaba entre éstas, al inicio de mi andadura como diplomático en el otoño de 1987, como uno de los grandes retos que afrontaba la Comunidad Internacional, la entonces Comunidad Europea y España, articular la respuesta y el apoyo a la traslación del papel a la realidad del Procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica Esquipulas II, firmado en Agosto de dicho año, en el caso de la Comunidad Europea a través del Proceso de San José, que seguí ya en la Conferencia Ministerial de San José IV en 1988, y que llevó a hacer de la concreción de un salto cualitativo en el compromiso europeo con la paz, la integración y el desarrollo centroamericano en ejecución de Esquipulas II en la Conferencia Ministerial de San José V prioridad fundamental para el impulso global de las relaciones Comunidad Europea-América Latina que España se planteaba como uno de los grandes objetivos de su presidencia europea durante el primer semestre de 1989, en cuya preparación estuve intensamente implicado y durante la que fui delegado español en el Grupo América Latina del Consejo de la Comunidad Europea. Difícilmente sin la confluencia del interés personal por la crisis centroamericana, previo y ahora reforzado, y la oportunidad profesional de participar en la negociación de la contribución a su solución por la Comunidad Europea, me hubiera llevado mi involucramiento en su diseño y preparación a un conocimiento experto de la problemática centroamericana y las necesidades de cooperación para su superación, que me llevó a su vez, finalizada la presidencia española de 1989, a ocuparme también de la participación española en el Plan Económico de Cooperación con Centroamérica de Naciones Unidas, y posteriormente a la elaboración del primer plan de la Cooperación Española con Centroamérica mientras estuve tras ésta destinado en la Oficina de Planificación y Evaluación de la Secretaría de Estado de Cooperación. Pues si, como nos dice María Zambrano, la juventud es la edad de la esperanza que busca su argumento, de alguna manera la experiencia de San José V iniciada sobre el terreno en aquel primer viaje a Guatemala, la atracción que despertó el conocimiento sobre el terreno de Centroamérica y sus gentes, me llevó a hacer de la paz en Centroamérica el argumento encontrado de mi esperanza. Y a partir de ahí, aunque cambiara de destino, o precisamente solicitando un nuevo destino diplomático para ello, mi trayectoria diplomática tuvo como hilo conductor fundamental la participación en el esfuerzo de España para contribuir a los procesos de paz en Centroamérica.

            Así, no dudé, cuando poco después del asesinato de los jesuitas se convocó en el concurso general de provisión de puestos en el exterior la Segunda Jefatura de la Embajada de España en San Salvador, en solicitar ese destino, que me llevó a vivir, entre el verano de 1990 y el de 1992, sobre el terreno la negociación y los primeros meses de la ejecución de los Acuerdos de Paz de El Salvador, desde la participación de España en el Grupo de Amigos del proceso salvadoreño. Y si bien al terminar la experiencia salvadoreña necesitaba digerirla, asimilarla, poner distancia, y a ese anhelo, y especialmente a una antigua curiosidad por conocer al otro, vivir Oriente, respondió plenamente mi destino en Yakarta; al llegar tras éste a México en el verano de 1994 difícilmente podía encontrarme con otro reto profesional y personal más ilusionante que el de vivir el proceso de negociación de la paz en Guatemala, entonces recientemente iniciado, desde el otro lado, representando a España en el Grupo de Amigos del Proceso – ya que las negociaciones tenían lugar en México – y como interlocutor con la URNG. Tras haber vivido intensamente la negociación y todos sus avatares, pude vivir una tercera y definitiva paz en Centroamérica con la firma de los Acuerdos de Paz de Guatemala en Diciembre de 1996, y no dudé en solicitar poco después en el concurso de provisión de puestos la Segunda Jefatura de la Embajada en Guatemala para ocuparme desde el verano del noventa y siete de la ejecución de los Acuerdos sobre el terreno desempeñando ese puesto y el de Consejero de Cooperación, y ser así mismo miembro, en representación de la Comunidad Internacional, de la Comisión Especial de Incorporación establecida por el Acuerdo de Bases para la Incorporación de la URNG a la Legalidad, lo que me dio no sólo la oportunidad de participar en la interpretación y conducción de ese proceso transformador, en la articulación de esa alquimia; sino al tiempo en la dinámica general de las diecisiete comisiones creadas por los Acuerdos de Paz, coordinadas por la Comisión de Acompañamiento, y vivir así desde dentro la institucionalidad y la construcción de la paz.

            Constituyó esta oportunidad de participar como diplomático en los procesos de paz en Centroamérica no sólo una experiencia transformadora profesionalmente; sino también personalmente. No era la misma la persona del joven diplomático que pisó por primera vez Guatemala en Enero de 1989 y llegó destinado a San Salvador en Julio de 1990, que la que finalizó su destino en Guatemala en el verano de 1999. Pues si al llegar esa primera vez lo hice solo, al salir ese verano iba acompañado de mi esposa, Dulce, y nuestros hijos Clara y Joan. Tuve en El Salvador la fortuna de vivir la paz; y tuve también la de vivir el amor: nos conocimos allí Dulce y yo – ella llegada de España para trabajar en cooperación como experta en género y desarrollo, yo destinado como diplomático -; El Salvador que alumbró la paz alumbró también nuestro amor; de él salimos juntos, juntos vivimos nuestro subsiguiente periplo centroamericano, y juntos seguimos cumpliendo aniversarios de pareja nacida con la paz en El Salvador. Nació Clara en Octubre de 1996 en México D.F., en plena negociación guatemalteca, a la que tengo muy asociado el recuerdo de su llegada al mundo, pues Dulce rompió aguas mientras estaba manteniendo una reunión con representantes de la URNG para tratar sobre cómo desde España se podría, ante la firma de la paz, asistirles en su transformación como partido político. Al recibir su llamada, les dije que lo sentía mucho, que podían seguir tomando tranquilamente el café; pero que la vida me llamaba a la puerta y tenía que asistir a su encuentro en el Hospital Español. Nació Joan el 19 de Octubre de 1999 en Ciudad de Guatemala – aniversario de la Revolución de Octubre de 1944, y por ello día festivo en el hospital casi vacío – y recuerdo que recién llegados de vuelta a casa sufrimos el paso del huracán Mitch, que me absorbió totalmente en la dedicación a la respuesta de emergencia y cooperación, y que de sus primeros días sólo queda en mi memoria que lloraba desesperadamente cuando tarde en la noche regresaba a casa. Es así nuestra historia familiar una historia estrechamente vinculada a nuestra experiencia y vocación centroamericana, y forma ésta parte de lo que somos y nos define.

     

     

            Una experiencia, la de la construcción de la paz en El Salvador, que si, por un lado, me llevó a intentar seguir escribiendo con la vida la paz en Centroamérica; me llevó por otro, como decía, a escribir, a intentar reflejar sobre el papel en blanco lo que la vivencia y la reflexión sobre ésta ha escrito en mí. Pues no ha sido la construcción de la paz en Centroamérica sólo objeto de mi dedicación y acción como diplomático y mi trayectoria como tal, de destino en destino, entre 1987 y 1999; sino también de mi dedicación y reflexión académica, de mi escribir. Tal vez porque ese yo más yo que había sido en El Salvador quería seguir siendo, porque buscaba respuestas a las preguntas sobre el significado de lo vivido, porque por fidelidad a mi personaje y al Estado no podía, al menos en aquel momento, contar lo que había visto y vivido por dentro, porque desde hacía tiempo consideraba que tenía el reto pendiente de hacer mi tesis doctoral, dar académicamente el salto de los que aprendían a los que enseñaban, y sentía que tenía algo que enseñar... en mi caso al llegar a México me embarqué en la aventura de elaborar mi tesis doctoral en Ciencias Políticas sobre transición política y proceso de paz en El Salvador. Como digo en su introducción, no fue el mío el caso de quien buscaba un tema para su tesis, sino de quien tenía un tema y decidió hacer de él su tesis. Por eso, mientras mis jornadas laborales tenían como uno de sus principales objetos la construcción de la paz en Guatemala, mis noches, mis fines de semana y mis vacaciones mientras estuve en México, y al llegar a Guatemala, fueron tiempo de una vida paralela de investigar y escribir que culminó con la defensa de mi tesis en Junio de 1998, y posteriormente de la publicación como libro de La metamorfosis del Pulgarcito. Transición política y proceso de paz en El Salvador la primavera siguiente. Culminación, y a la vez inicio de una trayectoria de dedicación académica a los procesos centroamericanos que me ha llevado a publicar regularmente y a impartir cursos de doctorado y de postgrado y a otras actividades académicas sobre ellos. Una tesis que, en parte, era una manera de devolver a los salvadoreños lo mucho que sentía que me habían dado, de optar por permanecer y vincularme como persona más allá del personaje que pasa. Que fue el inicio de una trayectoria de dedicación académica y reflexión ensayística a los procesos de paz en Centroamérica, que ha dado lugar a numerosas publicaciones sobre ellos, y que ha culminado, veinte años después de la publicación de La metamorfosis del Pulgarcito, con la de La perplejidad del quetzal. La construcción de la paz en Guatemala, hermano guatemalteco del primero que recoge, siguiendo el itinerario analítico propuesto al efecto, los ensayos escritos a los largo de los años sobre la construcción de la paz en Guatemala con la vocación de transformar la memoria en esperanza y contribuir a la reflexión sobre la construcción de la paz en el futuro y en el siempre. Cuya presentación me ha llevado. en Julio de 2019, de nuevo a Guatemala y a El Salvador, a revivir en el ahora lo que vive en el siempre.

            Una trayectoria, un escribir, a través de los que he seguido y sigo haciendo de la construcción de la paz en Centroamérica argumento de mi esperanza. Más allá del personaje del diplomático implicado en los procesos centroamericanos que un día fui, la persona que por encima y más allá de él quiere seguir siendo, seguir contribuyendo a construir la paz en Centroamérica, y por eso y para eso escribe. Pues la construcción de la paz en Centroamérica me importa, me afecta, forma parte de la historia de mi vida, como cada generación y cada uno tiene algún o algunos acontecimientos o procesos históricos contemporáneos que formen parte de la suya.

     

     

            Hay razones a las que la razón no alcanza, y escribiendo poesía intentamos captar el reflejo del alma que contienen. Pues escribe la vida poesía en nosotros, e intentamos a veces reflejarla en el papel. A partir de la frase de Trotsky que nos decía que "Sin el descontento popular, el partido bolchevique sería como el vapor no encerrado en un cilindro", nos hablan las teorías de la revolución del "cilindro de Trotsky" para referirse al partido u organización que la lidera y hace posible canalizando el descontento popular. Así como puede la imagen del vapor encerrado en un cilindro ser utilizada para explicar las revoluciones y sus actores, bien puede también constituirse en metáfora explicativa del poema y su creación. Pues la poesía es como el vapor: está siempre en el aire que respiramos, la vida que vivimos, los reflejos y mensajes del alma que en cualquier momento percibimos; mas únicamente apresada en el cilindro del poema, de las palabras que verso a verso llenan el papel en blanco, puede producir la alquimia, la magia de que un alma sea en otra alma - como nos dice Seferis en uno de sus versos - , o tal vez más bien de que escritor y lector nos comuniquemos a través de ella con el alma universal de la que somos parte, de la que somos búsqueda, somos más del todo lo que somos, lo que podemos ser.

            ¿Qué nos lleva a encerrar el vapor en el cilindro, a imaginar un cilindro en el que encerrarlo para ir a otro mundo, vivir otra vida, crear lo que no era?. ¿Qué y cómo nace la inspiración de un poema?. ¿Qué hace que la compuerta del estanque se abra y fluya el agua acumulada en el tiempo interior como tinta sobre el papel en blanco?

            “Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…”: es lo que se siente cuando despiertas un día, y estamos en dos mil doce, y hace el soplo de veinte años de los Acuerdos de Paz, y sigue ese ayer tan vivo en el hoy. Y te llama Clara Hermida y te dice que está compilando un libro con la experiencia salvadoreña de aquellos años de españoles y otros “internacionales” que acompañamos el proceso, y que el mío no puede faltar. Y siento que no ha llegado el momento de escribir lo que viví del proceso salvadoreño desde el personaje que fui; pero que no puedo faltar, no quiero dejar de estar presente como la persona que soy más allá de los personajes que pueda tocarme encarnar, la que siempre lleva a El Salvador dentro de sí. Y pienso que un poema o un poemario puede ser la vía para compartir la experiencia, la vivencia que como persona siento que quiero compartir. Y le digo que si me acepta un poema en lugar de un relato testimonial, contribuiré al libro. Y se me viene la imagen de los maquilishuats en flor… Y siento el 24 de Marzo de 2012, aniversario del asesinato de Monseñor Romero, que ningún día podría ser más propicio para para iniciar su gestación, que transcurrió entre ese día y el domingo de Pascua de resurrección de dicho año.

     

     

             Árbol nacional de El Salvador, símbolo del Pulgarcito de América. Maquilishuats en flor cuya imagen inspira y guía la escritura de este poemario. Maquilishuats que florecen la paz en él. Como si fuéramos todos y cada uno apenas una gota de la savia que pugna por atravesar los maquilishuats de las raíces a las ramas y florecer en ellos la paz. Sigue éste la estructura de una sinfonía en cinco movimientos. El primero – “Borran los maquilishuats…” – alude al pasado que borran y la magia del momento. El segundo – “No fue fácil…” -, a la dificultad de alumbrarlo, de construir la paz y darse cuenta de que la victoria militar era en realidad derrota. El tercero – “Nosotros estuvimos allí…” – describe aquel momento, aquel florecimiento y sus hechos y signos, ese estar entre y con los salvadoreños y salvadoreñas, y ese creer todos hechos uno en el poder de un mundo distinto y mejor, de luz y de paz. El cuarto – “Podría contar…” – explica por qué, en vez de contar, hablo de los maquilishuats, para aprender a ver que están en nosotros. Y el último – “Cada uno es diferente…” -, más allá de la diferencia de cada experiencia, lo común a todos: intenta destilar ese sentimiento que permanece, profundo y universal. Precisamente por ello, por profundo y universal, permanece, más allá del lugar y del tiempo en que floreció.

            Está dedicado a las salvadoreñas y los salvadoreños, a la metamorfosis del Pulgarcito, a quienes hemos sido salvados por El Salvador. Y también y como todo, a Dulce y a nuestro amor surgido entre ese esfuerzo colectivo por florecer los maquilishuats, en ese tiempo de maquilishuats en flor que es siempre el nuestro y a su sombra. Pues no en vano es la de sus ojos la luz en la que se reflejan los atardeceres en que no se ponía nunca el Sol en la Playa del Cuco en sus versos reflejada.

     

              Nos dice Simone Weil en L’enracinement que es la nuestra un alma enraizada, verticalmente en la cadena de los padres y antepasados que nos preceden y de los hijos y nietos que nos siguen, horizontalmente con nuestro tiempo y nuestra época, nuestro espacio, imaginario(s) colectivo(s) y retos de la humanidad compartida, y de las identidades colectivas de las que formamos parte. Buscan así, como toda poesía, estos Maquilishuats en flor el alma universal, mas al tiempo el alma enraizada en la paz, en el anhelo de ésta, y el alma enraizada en El Salvador. En El Salvador en construcción de la paz. Están enraizados en esa trayectoria a la que me he referido, ese escribir con la vida la paz en Centroamérica y ese escribir sobre lo reflexionado y vivido sobre ella en el papel en blanco. Y están enraizados en un mundo, una geografía poética de la que forman parte y a la que definen, retrato del espacio interior alumbrado en el transcurrir de la vida, en mi caso recogido en mi libro Mundo. Una geografía poética. Siguiendo la figura del héroe que lo sostiene, ofrece éste al lector un viaje en cuyas estaciones o etapas encuentra los poemarios y poemas que habitan ese mundo o universo poético. Así, a la primera parte, “Para sostener el mundo”, que recoge el poemario Los trabajos de Hércules, sucede la segunda, “Geografía”, conformada por lugares perdidos – Los paraísos perdidos -; lugares soñados – Poemas del sueño de Iberia -; fronteras; viajes, como el del Transiberiano; lugares encontrados, como el Etna o ciudades como Brujas, Jerusalén o Tirana; y los lugares-siempre de estos Maquilishuats en flor de El Salvador en construcción de la paz. Un Mundo, una geografía poética de la que forman parte también mis libros Guía poética de Albania (2011) y Estilites d’Andorra / Estilitas de Andorra (2019), publicado tanto en catalán como en castellano. Nos invita Guía poética de Albania a realizar un viaje a Albania que lo es al tiempo hacia uno mismo, en que, partiendo del procesamiento poético de la experiencia vivida, nos aproxima a la esencia y el alma de Albania, su drama, sus mitos y su universo simbólico. Un viaje hacia dentro y hacia fuera de ella a través de las cinco estaciones o etapas en que se estructura - Guía de Albania, Tirana, Búnkeres, Mujeres-hombre y Cielos de Albania –, sinfonía, al igual que Maquilishuats en flor, en cinco movimientos en que nos adentramos en la realidad y la vivencia de los grandes hechos definidores de la Albania contemporánea y sus referentes colectivos y en las grandes cuestiones y anhelos que afrontamos en nuestro navegar con la vida en el mundo, en el viaje hacia la esencia, hacia ser plenamente todo lo que podemos ser, el regreso a Itaca que está en el viaje. Y captan los Estilitas de Andorra el vapor de la vida vivida en Andorra, su cotidianidad y su extraordinariedad, y al tiempo la cotidianidad y la extraordinariedad los "siete poetas" estilitas de Jaume Plensa, en un diálogo entre escultura y poesía en su común camino de búsqueda del alma universal a través de Andorra y de la vida, viaje con ellos y en ellos hacia uno mismo y hacia la respuesta a las cuestiones que con sus reflexiones nos suscitan, llaves para abrir la puerta del alma y encontrarnos a nosotros mismos.

              Están enraizados también estos Maquilishuats en flor en los testimonios recogidos en el libro colectivo editado por Clara Hermida El Salvador 20 años en la memoria del que forman igualmente parte, y en general con cuantos testimonios, relatos y poemas puedan escribirse sobre El Salvador en construcción de la paz.

              Y es en relación a esa trayectoria referida, a ese mundo y geografía poética, a esos testimonios y testimonio colectivo, que adquieren su sentido último y pueden ser plenamente aprehendidos y comprendidos, contemplados en el paisaje del que forman parte.

              Mas si forma parte de nuestra esencia echar raíces en la tierra, también lo es que nuestras ramas se quieran enraizar en el cielo. Si es la nuestra el alma enraizada en la tierra, también lo es la que quiere enraizarse en el cielo, ir más allá, ser en almas en las que todavía no ha sido. Y así como no podemos contemplar y aprehender del todo a los Maquilishuats en flor sin el paisaje del que forman parte, tampoco pueden éstos llegar a ser del todo lo que pueden ser sin ser por sí mismos en El Salvador, sin ser compartidos, en un libro específicamente concebido y diseñado para hacerlos vivir en El Salvador, con las salvadoreñas y los salvadoreños a través de esta edición que llega ahora al lector, para que sigan floreciendo en El Salvador que en mí los hizo florecer. Para que con ella pueda compartirlos específicamente y especialmente con las salvadoreñas y salvadoreños, enraizarlos en su bibliografía y en sus librerías y bibliotecas, hacer de ellos una edición específica en que la imagen complete la palabra para vivir y revivir la construcción de la paz en El Salvador. Para que echen raíces en el alma y el mundo simbólico de las salvadoreñas y los salvadoreños, en El Salvador en el que, como en cualquier otro lugar y en cada uno de nosotros, la paz está siempre en construcción. Donde siempre se nos sigue planteando el reto de florecer, de dar vida y ser vida de los maquilishuats en flor.

     

              La paz es también y sobre todo paz con uno mismo, en uno mismo: no podemos estar en paz sino en conexión con el alma. Es así Maquilishuats en flor un poemario sobre la construcción de la paz y sobre la construcción de la paz en El Salvador; mas quiere serlo sobre todo para la construcción de la paz. Para seguir construyéndola. Para recordarnos – no olvidemos que re-cordar es, en su sentido etimológico latino original, hacer vivir de nuevo en el corazón – al yo más yo de todos los yo que hemos sido, el que puso toda la esperanza y lo mejor de sí mismo en la construcción de la paz en El Salvador y en uno mismo, y proyectarlo en el futuro, seguir siéndolo hacia éste y en el siempre. Transformar la memoria en esperanza en el sentido que nos apuntaba María Zambrano cuando nos decía que no existe el presente; sino el presente del pasado, o la memoria, y el presente del futuro, o la esperanza.

              Somos un náufrago en una isla desierta, y queremos dejar de serlo: para ello escribimos mensajes, o escribimos libros, o escribimos estos Maquilishuats en flor, para meterlos en una botella con la esperanza de que lleguen a otra isla y alguien los lea. Toda obra o escrito publicado, inicia, al ver la luz de la letra impresa, el viaje que realiza aquella encerrada en una botella por un náufrago en una isla desierta: no sabe a dónde va a llegar, ni a quién. Tal vez a nadie, tal vez a todo el mundo. Cada vez que empieza otra botella a flotar en el mar, cada vez que otros ojos empiezan a atravesar las páginas en ésta encerradas, el náufrago y la isla desierta pueden dejar de serlo. Cada vez que escribimos zarpa una botella de la isla que somos. Zarpa ahora esta edición salvadoreña de Maquilishuats en flor con la esperanza de que en cada uno de sus lectores éstos florezcan, hasta que entre todos hagamos de El Salvador no ya el país donde un día de Enero de mil novecientos noventa y dos florecieron los maquilishuats; sino donde siempre florecen, los hacemos florecer. Donde siempre y en cada momento escribimos en él con la vida los Maquilishuats en flor.

     

     

    Manuel Montobbio

    Estrasburgo,
    Lunas
    en que florecen
    los maquilishuats

     

     

     

     

     

    MAQUILISHUATS EN FLOR

     

     

     

         Borran las flores

    de los maquilishuats

    la tristeza

    de las lágrimas

    de la lluvia

    que cae

    sobre los tejados

    de zinc

    bajo los que comen pupusas

    los guanacos

    los domingos

    por la tarde.

    Borran también

    el miedo

    al sonido

    de las botas

    que resuena

    sobre los charcos,

    a los cristales negros

    de las rancheras

    sin placa,

    a su halo

    de muerte

    cuando pasan,

    y más aún

    cuando se paran.

    Borran el dolor

    por la pérdida

    la ausencia

    de los seres queridos

    que nos arrebataron

    la rabia

    por los pudieron ser

    que no han sido

    la nostalgia

    de la vida

    que hubiera podido

                                                                      ser

    que pudiera

                                                                      ser

    tal vez

                                                                      todavía.

     

     

     

         Borran sí sencillamente

    todo

    lo que haya podido

    ser

                       antes

                                                   de ellas

                       además

                                                   de ellas.

    Pues todo

    lo inundan;

    y sólo en el cielo

    crecen

    los maquilishuats

                                                                                en flor,

    pues sólo cielo

    puede ser

    cualquier lugar

    donde los maquilishuats

                                                                                florezcan.

         Sólo cielo

    podía ser

    aquel invierno verano

    de mil novecientos

    noventa y dos

    en El Salvador

    donde florecían

    por fin

    los maquilishuats

    las flores

    de la paz

    que llevaban esperando

    toda la Historia

    para germinar.

         Desde el diez y seis

    de Enero

    El Salvador era

    un maquilishuat

                                                                                en flor

    plantado

                                                                                en el cielo

    y no se lo acababa

                                                                                de creer

    del todo

    cuando se miraba

                                                                                en el espejo.

    Desprendían sus flores

                                                                                el perfume

    del amor

    que salía

    de la maleta negra

    Samsonite

    repleta

    de ilusiones

    que como único equipaje

    había traído

    Dulce

    para empezar

    nuestra vida

    en común.

    Y flotaba

    en el aire

    la esperanza

    que como un tsunami

    imparable

    inundaba

    las almas

    y dibujaba

    en los rostros

    una permanente

    sonrisa

    y encendía

    en los ojos

    una luz

    que lo iluminaba todo

    de una manera

    distinta,

    como si alumbrara

    el mundo

    y naciera

    de nuevo,

    como si fuera todo

    posible

    y pudiera ser

    plenamente

    vida

    la vida

    y habitar el cielo

    los sueños

    de los maquilishuats

                                                                                en flor.

         Y dábamos gracias

    a los maquilishuats

    porque en los días oscuros

    habían soñado

    que algún invierno

    florecerían

                                                                                la paz.

    Les dábamos gracias

    por habernos invitado

    a vivir

                                                                                en su sueño.

     

     

     

         No fue fácil

    florecer

    las flores

    de la paz

    no les fue fácil

    a los maquilishuats

    y a los guanacos

    ochenta mil cadáveres

    ochenta mil almas caídas

    tuvieron que alimentar

    su savia

    y tuvieron todos

    que superar

    el haber nacido

    medio muertos

    en mil novecientos

    treinta y dos.

    Desde entonces arrastran

    la media vida

    que les dejaron

    que les había dejado

    tanto combate

    tanta injusticia

    tanto ser

    el uno

    frente al otro

    contra el otro

    sobre el otro

    tanto sacrificio

    por realizar

    o evitar

    palabras

    en la Historia

    tanto sufrimiento

    y desprecio

    a la vida

    del otro

    a la vida

    hasta hacer

    de ella

    tan sólo

    media

    vida

    pues media

    es la vida

    del que sufre

    media

    la del que hace

    sufrir –

    hasta el olvido

    de que pudiera

    ser entera

    la vida

    de que pudiera

    vivirse

    del todo.

    Tuvieron, sí,

    que huir

    del olvido

    atravesar

    e ir más allá

    del dolor,

    y contemplar

    el vacío

    de la media vida

    que les faltaba

    y querer

    llenarlo;

    darse cuenta

    de que la victoria

    sólo podía

    ser derrota

    en un mundo

    en que todos

    seguían naciendo

    medio muertos,

    de que la victoria

    no podía ser

    el argumento

    de la obra

    porque al tiempo

    era derrota

    porque lo sería

    de unos

    sobre otros

    y sólo los otros

    el otro

    ser todos

    nosotros

    podía llenar

    la media vida

    que nos faltaba

    que le faltaba

    a cada uno,

    de que nunca

    se nos llenaría

    la media vida

    vacía

    si la obra

    seguía siendo

    la guerra

    y su desenlace

    militar.

    De que la vida

    nos pedía

    para llenarse

    y los maquilishuats

    para florecer

    del todo

    que escribiéramos

    entre todos

    y cada uno

    otra obra

    que hiciéramos

                                                                                la paz.

     

     

     

         Nosotros estuvimos allí

    vivimos

    aquel momento

    aquel florecimiento

    aquel mirar

    hacia delante

    y soñar

    que todo

    pudiera ser

    posible

    allí

    donde pasaron

    las cosas

    en las plazas

    donde se celebró

    la firma

    de los Acuerdos

    de Paz

    en el retorno

    de los refugiados

    en el despliegue

    de ONUSAL

    en las reuniones

    en que se intentaba avanzar

    en la construcción

    de la paz

    texto a texto

    acción a acción

    en el cese al fuego

    y los puntos de concentración

    del FMLN

    en los trabajos

    de la Comisión de la Verdad

    en la observación

    de las elecciones

    en el seguimiento

    de los largos debates

    sobre la reforma

    del artículo doscientos cuarenta y uno

    de la Constitución

    de las rondas negociadores

    de México

    o de Nueva York

    de los avatares

    del juicio

    por el asesinato

    de los jesuitas

    de la eternidad

    del cuarto de hora

    para las doce

    de la última noche

    de mil novecientos

    noventa y uno

    y de tantos otros instantes

    de respiración contenida

    en la tensión

    de los momentos

    en que todo parecía

    descarrilar

    en la magia

    de aquellos

    en que salía

    un conejo

    de la chistera

    de Álvaro de Soto

    o de cualquiera otra

    de las imaginaciones

    las ilusiones

    que audaces alumbraron

    la paz

    en las veladas

    en la UCA

    en recuerdo

    de los jesuitas

    y en los aniversarios

    de Monseñor Romero

    en los treinta y cinco mil kilómetros

    que recorrimos

    por cada rincón

    de Cuscatlán

    en la alegría

    de bailar de nuevo

    en los bailaderos

    de Boulevard de los Héroes

    al son

    de la negra Tomasa

    que entonces se puso

    de moda

    y la juventud de la noche

    en el bar de la Luna

    espacio para la imaginación,

    la magia

    y el sueño –

    los atardeceres

    en que no se ponía

    nunca el Sol

    en la playa del Cuco

    ni en la luz

    de tus ojos.

              Estuvimos allí

    entre vosotros

    con vosotros

    navegando

    conformando

    la savia

    que desde las raíces

    hasta las flores

    atravesaba

    de vida

    a los maquilishuats

    veníamos

    cada uno

    de lejos

    de España

    o de otras tierras

    donde no crecían

    los maquilishuats

    nunca

    los habíamos visto

    ni oído hablar

    de ellos

    no sabíamos

    de los trabajos

    de navegar

    en su savia

    ni de los esfuerzos

    y las emociones

    de florecer

    sus flores

    alumbrar

    la paz:

    no sabíamos cómo

    construirla

    pero la queríamos

    intuíamos

    que tenía que ser posible

    un mundo

                                                                                distinto

    un mundo

                                                                                mejor

    un mundo

    en que no hubiera que

                                                                                matar

    para

                                                                                vivir

    y el bien

                                                                                del otro

    fuera

                                                                                el propio

    y la fuerza

                                                                                del amor

    guiara los pasos

                                                                                de la vida

    un mundo

                                                                                en paz

    esa paz

    que queríamos ayudar

    a construir

                                                                                en El Salvador

    y

                                                                                en cada uno

    por eso

                                                                                vinimos

    aunque tal vez

    no lo supiéramos

                                                                                del todo

    a eso

                                                                                vinimos

    a vivir

    a compartir

                                                                                la esperanza

    de ser

    una molécula

    en el río

                                                                                de savia

    que desde las más profundas

                                                                                raíces

    de la Tierra

    y del alma

    pugnaba

                                          por abrirse

                                                                                camino

    entre las entrañas

    de los maquilishuats

    hasta alcanzar

                                                                                las ramas

    hasta alcanzar

                                                                                el cielo

    hasta sentir

                                                                                el Sol

    y brotar

                                                                                florecer

    en ellas

    no sabíamos cómo

    ser agua

                                                                                en el río

    savia

                                                                                en la savia

    pero queríamos

                                                                                serlo

    estar allí

                                                                                con vosotros

                                                                                entre vosotros

    como si importara

    una gota más

    venida de lejos

    para alcanzar

                                                                                las ramas

    para llegar

                                                                                al Sol

    para nacer

                                                                                en flor

    para alumbrar

                                                                                la paz

    avanzar

                                                                                con vosotros

                                                                                entre vosotros

    en la oscuridad

                                                                                de la noche

    oscurecida

    por los sabotajes eléctricos

    sonaban a veces

    en la distancia

    las explosiones

    de los atentados

    contra las instalaciones

    de CEL,

    y temblorosas velas

    iluminaban

    los últimos besos –

    y a pesar

    de los apagones

    de las tormentas

    de la rabia de la lluvia

    sobre los tejados de zinc

    del desaliento

    del parte de bajas

    de cada mañana

    del Comité de Prensa

    de la Fuerza Armada

    y tantas noticias adversas

    tantos momentos difíciles

    sentir

    dentro

    de cada uno

    encendida

    encenderse

    la llama

    la llamada

    esperanzada

    de la esperanza,

    sentir

    que se contagiaba

    y se nos contagiaba

    que si nos dábamos

    la mano

    y seguíamos

    pese a todo

    avanzando

    la llama

                                                                                de dentro

    salía

                                                                                fuera

    y se hacía

                                                                                hoguera

    se hacía

                                                                                fuego

    se hacía

                                                                                Sol

    se hacía

    era

    éramos

    podíamos ser

                                                                                luz

    que lo iluminaba

                                                                                todo

    lo atravesaba

                                                                                todo

    lo alcanzaba

                                                                                todo

    y podía hacerlo

    todo

                                                                                posible

    que si nos dábamos

                                                                                la mano

    y decíamos

                                                                                no

    al miedo

    que nos oscurecía

                                                                                las noches

    que nos ennochecía

                                                                                los días

    y dejábamos salir

    o sacábamos

                                                                                de dentro

    la llama

    de la esperanza

    del amor

                                                                                todos juntos

    podíamos ser

                                                                                luz

    podíamos ser

                                                                                agua

    podíamos ser

                                                                                mar

    podíamos ser

                                                                                ola

    o tsunami

    de savia

    que alcanzara

    las ramas

    de los maquilishuats

    y los inundara

                                                                               de flores

    podíamos alcanzar

                                                                                la paz

    podíamos ser

                                                                                paz

    estar

                                                                                en paz

    vivir

                                                                                en paz

    ser

                       todo

                                          lo que podíamos

                                                                                llegar

                                                                                                   a ser

    (ser

                       lo que somos

    pues somos

                                          lo que podemos

                                                                                         ser).

     

     

     

              Podría contar

    muchos recuerdos

    muchas historias

    podría hablar

    de muchas cosas

    muchas personas

    muchos hechos

    infinita vida

                                          vivida

                                                                                en El Salvador

    tal vez

                                          no acabaría

                                                                                nunca

    porque nunca

                                                                                acaba

    lo que siempre

                                                                                vive

    alma adentro

                                                                               nos vive

                                                                                nos es:

    por eso os hablo

    de los maquilishuats

                                                                                en flor,

    para que os miréis

                                                                                en el espejo

    y aprendáis a verlos

    en el rostro

                                                                                del alma.

         Miradlos

                                                                                bien

    miraos

                                                                                bien:

    ahí

                                                                                siguen

    veinte años

                                                                                después

    no marchitan

                                          nunca

                                                                                sus flores

    en vosotros

    con vosotros

                                          siguen

                                                                                creciendo

                                          están

                                                                                son

                                          sois

    somos

    el maquilishuat

                                                                                en flor

    que es

                                                                                en nosotros

    que nos revela

    la radiografía

                                                                                del alma.

     

     

     

              Cada uno

    es diferente

    cada vivencia

    cada recuerdo

    cada flor.

    Y cada uno

    es

    somos

    al tiempo

    el mismo

    la misma

    experiencia

    del recorrido

    de la raíz

                                                                                a la flor

    del proceso

    de construcción

                                                                                de la paz

    aquella paz

    aquel tiempo

    de maquilishuats

                                                                                en flor.

              (Canta Mercedes Sosa:

    “¿Quién dijo

    que todo está perdido?.

    Yo vengo a ofrecer

    mi corazón…)

              La misma

                                                                                experiencia

    la misma

                                                                                esperanza

    la misma

                                                                                fe

    sentir

    que no todo estaba

                                                                                perdido

    que no podía estarlo

    con un ademán

                                                                                desesperado

    con un aliento

                                                                                esperanzado

    con voluntad

                                                                                inquebrantable

    venir a ofrecer

                                                                                mi corazón

                                                                                tu corazón

                                                                                nuestro corazón

                                                                                el corazón

    de todos

    hasta conformar

    el que late

    la savia

    que florece

    las flores

    de los maquilishuats

                                                                                en flor.

              Sentir

    que cada corazón

    es pequeño

    apenas un latir

    en la nada

    un silencio perdido

    en el Universo

    sentir

    que es al tiempo

    también

    un eco

    una llamada

    a otros

    latires

    al despertar

    de otros corazones

    que laten

    en el gran corazón

    que late

    la vida

    en el mundo,

    hasta que es

    su latido

    el único sonido

    que suena

    en el Universo

    y marca

    su tiempo.

              Sentir

    que quien late

    el corazón

    que bombea

    la savia

    que florece

    las flores

    de los maquilishuats

                                                                                en flor

    puede latir

    el corazón

                                                                                del mundo.

              Sentir

    que no es ya

    la misma

    la vida

    cuando tu corazón

    ha latido

    la savia

    que florece

    las flores

    de los maquilishuats

                                                                                en flor.

              Sentir

    que todo puede ser

    encontrado

    y posible

    si venimos

    cuando venimos

                                                                                a ofrecer

    nuestro corazón.

              Sentir

    que cada latido

    de nuestro corazón

    puede seguir

    bombeando

    la savia

    que florece

    las flores

    de los maquilishuats

                                                                                en flor.

     

     

    Manuel Montobbio

    Villanueva de la Cañada - S’Agaró,
    entre el aniversario
    de Monseñor Romero
    y la Pascua de Resurrección
    de dos mil doce.