Cisnes de Estrasburgo
Tiene una experiencia, un tiempo y un espacio exterior en su alquimia un tiempo y espacio interior, su proceso, su decantación, su destilamiento, su sedimentación, su maduración. Y tiene también su detonante, su talismán, su catalizador, su imagen o sujeto icónico que simboliza y representa un aspecto, un fluir de ese tiempo que llama, como el agua subterránea al zahorí, al fluir desde la pluma de la tinta sobre el papel en blanco. Quiere el agua ver la luz del Sol. Quiere el poema ver la del papel en blanco. Quiere la poesía de la vida reflejarse en poema, hacerse poesía en el papel.
Forman parte de nuestra cotidianiedad, habitan ciertos espacios y tiempos seres que no habitan en otros, y de alguna manera devienen y se erigen en representación de ese espacio, ese tiempo, esa etapa en el viaje de la vida: tal ha sido el caso estos años de destino diplomático en Estrasburgo ante el Consejo de Europa, de los cisnes que lo habitan y forman parte del paisaje, de la vida que fluye y ante nosotros se realiza. En los canales del Ill que atraviesan y dan vida a la ciudad, es los estanques en los parques y en los bosques, en las orillas y en las aguas del Rhin… allí donde nuestros paseos nos llevan, donde el agua llama a la vida, y llama a los cisnes. Cisnes que devienen parte de nuestra cotidianiedad, mas no de lo ordinario , sino más bien se constituyen en ordinario extraordinario, o en un extraordinario ordinario; pues nunca, en ninguna de los miles de veces en que los hemos visto, nos hemos encontrado con ellos, hemos perdido la emoción de la vez primera, hemos dejado de ceder al asombro, de detener el paso, hemos resistido la tentación de llevar la mano al móvil y fotografiarlos, como si cada imagen, cada instante, con ser muy parecida o parecido, pudiera no ser única e irrepetible, pudiera no merecer la eternidad.
Es la del diplomático una vida itinerante, de destino en destino, o de misión en misión, como explico en mi libro Tiempo diplomático. Prefiero utilizar estas palabras, destino y misión, a las de puesto; y creo que no es casualidad que, tal vez de manera no del todo consciente, formen parte del lenguaje diplomático. Pues de alguna manera, cada destino es un destino único e irrepetible, aunque sea desempeñando el mismo puesto; pues únicas e irrepetibles son las circunstancias, internacionales y nacionales, en que lo desempeñamos, y de alguna manera el destino te lleva allí, y a que así lo sea. Y si lo es, lo es también en buena medida porque formamos parte de una misión diplomática, estamos ahí no sólo para desempeñar una función, sino sobre todo para cumplir una misión. Y todo lo que se cumple, se cumple en la vida. Bien puede al concluir ese destino, esa misión, aportar el diplomático un relato único de su quehacer y las lecciones de éste aprendidas, y sobre el papel en blanco verterlo. Mas más allá del personaje que encarna e interpreta, es también y al tiempo el diplomático persona y como tal viaja el viaje de la vida, madura, ama y crece, se relaciona con otras personas, en él o en ella se cumple el tiempo y la vida. Es la nuestra la vida del agua que baja por el río; mas también la que se evapora. Y bien puede ser de alguna manera también un poema el cilindro con que apresamos el vapor, captamos para la eternidad el yo y el nosotros que fuimos al bajar ese tramo del río, al recorrer esa etapa del viaje de la vida. Necesita la construcción de ese cilindro de un punto de apoyo, una imagen: un momento o vivencia primera que desencadene y motive el proceso creativo. Y me ha pasado en mis dos últimos destinos en Andorra y en Estrasburgo que, más bien hacia el inicio de ellos, me surgió esa imagen, ese leit-motif primero que me llevó a decirme: si algún día escribo / cuando algún día escriba sobre estos años en Andorra / sobre estos años en Estrasburgo, lo empezaré diciendo que en Andorra no amanece el Sol una vez, sino dos… como me dije una mañana al bajar la persiana de mi despacho cuando hacia las diez, tras algunas horas de día, de luz sin Sol, aparecía éste por fin sobre las montañas de enfrente. Fue ese Sol que amanece dos veces cada día en Andorra, y la noche de San Juan tres, cuando por el Pirineo los fallaires ruedan el fuego de la llama que viene del Canigó, lo que desencadenó, junto a los estilitas de Plensa, el escribir de Estilites d’Andorra / Estilitas de Andorra, culminado con su publicación, respectivamente en catalán y en castellano, por Pagès Editors y Editorial Mileno. Y han sido los cisnes de Estrasburgo, los cisnes del Rhin los que me llevaron a decirme que, si algún día intentaba captar en un poema estos años en Estrasburgo, lo haría por ellos y junto a ellos, y empezaría invocándoles:
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin
El pasado 2 de Enero, aprovechando esos días de vacaciones familiares y para empezar bien el año, fuimos a visitar a los cisnes del Rhin en las siete exclusas de Plobsheim. Y ahí estaban, con la belleza de siempre y del siempre, para acompañarnos en nuestro paseo, hacer únicos los pasos con que iniciamos el año, emprendemos el camino de la vida. Y, como si las siete o al menos alguna de las exclusas se hubiera abierto dentro de mí, sentí, con la conciencia de que mi destino de diplomático me habrá llevado a otro destino cuando comience dentro de un año el año, que había llegado el momento en que la poesía de los cisnes gestados en el alma estos años se hiciera palabra, fluyera sobre el papel en blanco y viera la luz, pudiera volar para ser en las almas de quienes la lean con ojos abiertos al alma, pudieran vivir en el poema y en nuestro tiempo y espacio interior los cisnes de Estrasburgo, los cisnes del Rhin. Y esa tarde, de vuelta en casa, saqué del cajón de la mesa el libro en blanco en que escribo mis poemas, y escribí el título y los primeros versos invocativos, a partir de los que fueron fluyendo los demás a lo largo de la tarde y de la noche, y de la tarde siguiente, ya con el deseo de que fueran el regalo sorpresa que en la noche de Reyes los Reyes Magos trajeran a mi esposa y a mis hijos. La magia del regalo, la magia en el regalo, la magia de este regalo. Así, en la mañana del 6 de Enero, sobre la cartulina de color en que cada año dibujo una cara y el nombre de cada uno para orientación de Sus Majestades de Oriente, y también sobre la mía, esta, como libreto impreso en cuadernillo, Cisnes de Estrasburgo.
Concluye el poema diciendo:
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin,
víctimas
de Parsifal
compañeros
de Lohengrin:
no nos
abandonéis
con nosotros
estáis
SIEMPRE
en este
POEMA.
JUNTOS
caminamos
el camino
de la
VIDA.
JUNTOS
paseamos
por los senderos
del
ALMA.
Con nosotros están siempre, sí, y no nos abandonarán, no los abandonaremos. Para que con nosotros siempre estén está escrito Cisnes de Estrasburgo, para con ellos caminar el camino de la vida, pasear por los senderos del alma. Para que puedan, podáis hacerlo quienes lean, quienes leáis el poema. Ningún momento por ello mejor que éste, en que concluye mi destino diplomático en Estrasburgo y mi vida en la ciudad, y me lleva el destino a otro destino, para lanzarlo, con algunas de las imágenes de ellos captadas, como carta en la botella en el mar de la web, para invitaros a leerlos, a vivirlos, y con ellos vivir Estrasburgo y el Rhin, a través de ellos compartiros lo que habita mi tiempo y mi espacio interior, que conoce del siempre y de la eternidad de los instantes, más allá y más adentro del aquí y el ahora en que transcurren el tiempo y el espacio exterior.
Manuel Montobbio
Estrasburgo,
cisnes inspiradores
del último sábado
de Enero
de dos mil veintitrés
CISNES
DE ESTRASBURGO
A los cisnes
de Estrasburgo
a los cisnes
del Rhin
a Dulce
y a nuestro amor
que paseamos
junto a ellos
CISNES DE ESTRASBURGO
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin,
víctimas
de Parsifal
compañeros
de Lohengrin:
decidnos
de qué sueños
está hecho
el olvido,
a qué cielos
voláis
en ellos,
a qué sabe
el frío
cuando se hielan
las aguas,
qué lloran
LAS ALMAS
sumergidas
que fluyen
por ellas.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin,
CISNES
que saludáis
cada mañana
a los cargueros
que navegan
el Rhin
para alimentar
las fauces hambrientas
de las
fábricas
que habitan
sus orillas
para alimentar
las fauces hambrientas
de las
multitudes
que habitan
sus orillas;
CISNES
que saludáis
cada mañana
a los barcos
cargados de turistas
que atraviesan
los canales
de Estrasburgo
mientras en cien
idiomas
escuchan
el relato
de las
bellezas
por las que pasan
y de los
encuentros
y
desencuentros
francoalemanes
de su
Historia,
CISNES
que saludáis
cada mañana
a los eurodiputados
que se bajan
en el embarcadero
del Parlamento
Europeo
(y no os hacen caso),
a los jueces
que se dirigen
al Tribunal
Europeo
de Derechos
Humanos
mientras peripatéticamente
meditan
sobre las sentencias
que han de dictar
y la jurisprudencia
que dejarán
a su paso,
a los embajadores
representantes permanentes
que se dirigen
al Comité
de Ministros
del Consejo
de Europa
para tratar sobre la reacción
a la agresión
de la Federación Rusa
a Ucrania,
o sobre los retos
de la inteligencia artificial
para los derechos humanos
el Estado de Derecho
y la democracia,
CISNES
que saludáis
a quienes
a vuestro lado
pasan,
los que pasan
de largo
los que se
paran
y en silencio
os contemplan
los que mil veces
os fotografían,
como si con ello
quisieran capturar vuestra
ALMA
como si con ello
quisieran capturar su
ALMA
como si con ello
quisieran capturar el
ALMA.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin:
decidnos
cómo fueron
vuestros primeros baños
en el estanque
del parque de
La Orangerie
cuánto miedo pasasteis
cuando vuestra madre
os perdió
ante los barcos-café
del
Quai des Bateliers
la alegría del reencuentro
bajo el sauce
que llora
donde pasa el canal
por el Lycée International
des Pontonniers,
cómo se veían
el mundo
y la
vida
en el tiempo
en que crías
de plumilla primera
surcabais los canales
sobre el lomo
de vuestro padre,
de la señora
que os llevaba
cada tarde
trozos de pan
en las esclusas de
la Petite France;
a qué sonaba
la música
de las fiestas
de los estudiantes
cuando acababan
los exámenes
en verano,
qué buscan
los veleros
que navegan
el Rhin
cuando llega
el calor,
a dónde
se evaporan
sus aguas,
a dónde
voláis
en busca
de horizontes
más fríos
a qué sabe
la cerveza
que se bebe
en vuestra orilla,
de qué colores
de qué dibujos
visten por la noche
las luces
el Palais de Rohan
la catedral de Estrasburgo
la iglesia reformada de San Pablo
con qué ojos absortos
con qué bocas abiertas
con qué silencios ausentes
los contemplan
las
muchedumbres,
por qué
parecen eternas
las tardes
de verano,
qué sueñan
los que duermen
bajo los puentes,
de qué habláis
con ellos;
cómo el primer
viento frío
anuncia
que se aproxima
el otoño
y poco a poco
se adelanta
la hora
en que cada tarde
sobre
los canales
de oro líquido
los canales
de sangre
los canales
de mercurio
refleja
su alquimia
el crepúsculo,
quién pinta
en el otoño
poco a poco
los árboles
del color
del crepúsculo
sobre
los canales
que se tiñen
del color
de los árboles
y pintan
de amarillo
de ocre
de marrón
y
de sangre
Estrasburgo;
quién desnuda
los árboles
quién les arranca
las hojas
quién hiela
los canales
quién nieva
la nieve,
qué se siente
cuando
Estrasburgo
amanece
vestido
de blanco
y apenas nadie
os distingue
confundidos
en las
blancas
orillas
entre los
blancos
arbustos;
y mil
huellas
que hablan
mil
lenguas
pisan las calles
y las plazas de
Estrasburgo
por el
marché de Noël,
y beben
vino caliente
las
multitudes
mientras tararean
canciones
de Navidad,
qué se siente
cuando a vuestro paso
se rompe
el hielo
y sólo vosotros
navegáis
por los canales
de Estrasburgo
por las aguas
del Rhin.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin:
habladnos
de Estrasburgo
habladnos
del Rhin
cuando no eran
este Estrasburgo
este Rhin
cuando no paseábamos
nosotros
por sus canales
por sus orillas;
decidnos
por qué llora
a sus dos hijos
muertos
la pietà
de la
Place
de la République
por qué antes ésta
se llamaba
Kaiserplatz,
cómo llegaron
a ella los
gjinkos
que en otoño
tiñen de
amarillo
el
cielo,
cómo se construyeron
las esclusas
de Vauban
los canales
que llevan
al Rhin
la
Neustadt
que se levanta
en torno a ellos
la
Cité de l’Europe,
cómo aprendisteis
a hablar
francés
en 1681
cómo aprendisteis
a hablar
alemán
en 1871
cómo aprendisteis
a hablar
francés
en 1918
cómo aprendisteis
a hablar
alemán
en 1940
cómo aprendisteis
a hablar
francés
en 1945,
quiénes
vinieron
quiénes
se fueron
cómo
vinieron
cómo
se fueron,
qué acento
tenían sus
ALMAS
a qué sonaban
sus canciones de
AMOR.
Contadnos
de los soldados franceses
recluidos
en la Petite France
por sus enfermedades venéreas,
de la imprenta
de Gutenberg,
las prédicas
de Lutero,
la catedral protestante,
los comerciantes judíos,
la interminable guerra
de los Treinta Años,
la entrada triunfal
de Luis XIV,
las fiestas en el Palacio
del Cardenal de Rohan,
del gorro frigio
en la cúpula
de la catedral,
de la emoción
de la noche
en que Rouget de Lisle
escuchó
alma adentro
por primera vez
La Marsellesa
y a su dictado
la transcribió
por primera vez
en partitura
la contagió
en los ensayos
a la orquesta
que por primera vez
la tocó
y la contagió
a toda Francia
a la Revolución
que a su canto
a su marcha
avanzaba.
Decidnos
si es cierto
que hasta los
CISNES
de entonces
la cantaban,
si es cierto
también
que décadas después
tras la entrada
del Kaiser Wilhelm
os enseñaron
a cantar
Deutschland über alles
y a marchar
a su son
con paso de oca.
Contadnos también
de la emoción extasiada
de Goethe
al contemplar
por primera vez
en el horizonte
la silueta
de la catedral
de Estrasburgo,
si al salir
os miraron con ojos distintos
quienes asistieron
al estreno
de Lohengrin
en la Ópera Nacional
del Rhin,
si os invitaron
a acompañarles
los cien mil alemanes
que en mil novecientos dieciocho
os tuvieron que decir
adiós
para
siempre
y con sólo treinta kilos
cruzar al otro lado
del Rhin.
Contadnos
de las guerras
y de las paces,
de vuestro sentir
de los tiempos
y del tiempo
de los humanos,
de la destrucción
y del amor,
de los ecos
de los discursos
de Churchill
y la primera reunión
del Consejo de Europa
en el Ayuntamiento
de Estrasburgo,
de la construcción
del Palais de l’Europe
del Palais des Droits
de l’Homme
y
del Parlamento Europeo,
de la construcción
de
EUROPA,
del izar
de su bandera,
y del de las de los estados miembros
junto a ella,
cuántas veces
habéis escuchado
el himno de la alegría,
si habéis aprendido
a cantarlo.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin
CISNES
que cada
tarde
que cada
noche
buscamos
DULCE Y YO
en nuestros paseos
por el Canal de l’Ill
Quai Rouget-de-Lisle
o Quai Mullenheim,
hacia el puente de hierro
y el Parlamento Europeo,
o hacia la ciudad vieja
el Edificio Gallia
y los barcos-café
del Quai des Pêcheurs
tras saludar
a los Cuatro Hombres
del puente Kennedy
estatuas eternidad
del instante
del esfuerzo heroico
de oficios antiguos
epopeya
de la modernidad
pasada.
CISNES
de nuestros paseos
hacia
la Petite France
o hacia
ninguna parte
o más bien
hacia
nosotros mismos
hasta adentrarnos
por las calles
que llevan
a la Librairie Kléber
o a la Quai des Brumes
en la Grande Rue
con ánimo
de explorador
del escribir
sobre el alma
la belleza
y la vida
de François Cheng
o la Ascèse
de Nikos Kazantakis
o tantas otras obras
descubiertas
recorridas
en el tiempo encontrado
estos años
en Estrasburgo.
CISNES
siempre ahí
esperándonos,
mientras os limpiáis
las plumas
u os zambullís
en el agua
de la que sobresalen
de pronto
las pirámides blancas
de vuestras colas
la eternidad
que tardáis
en sacar de nuevo
la cabeza
y el cuello sin fin
batiendo las alas
como desperezándoos
del aburrimiento
o el sueño
de siglos
a veces incluso
alzando
en vuelo
o dejando estela
al amerizar,
cuando os vamos
a ver
un día festivo
a ese mar interior
que forman
en el Rhin
las siete exclusas
de Plobsheim
mar de
CISNES
poblado
hasta donde alcance
la vista,
y en silencio,
como intrusos,
como queriendo
no molestaros,
a vuestro paso
paseamos
os
contemplamos
os
fotografiamos
os
captamos
en la
eternidad
del
instante
os
metemos
para
siempre
en el
paisaje
del
ALMA.
CISNES
que hemos fotografiado
estos años
en todos los
gestos
en todos los
momentos
en todas las
actitudes
bajo todas las
luces
bajo todas las
sombras
miles de
veces
como si cada
vez
fuera
única.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin:
algún día
no pasearemos ya
ante vosotros,
ni podremos
perseguir
con el móvil
la
eternidad
de vuestros
instantes,
ni contemplar
en vosotros
el paso de la
VIDA
la
VIDA
que pasa.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin:
¿cómo pasará la
VIDA
cómo haremos de la
VIDA
VIDA
cuando no acompañéis
ya nuestro
paso?.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin:
este
POEMA
no es un
POEMA:
es la
LLAVE
que abre la
PUERTA
del espacio
y del tiempo
interior
que habitan
los paisajes del
ALMA
de Estrasburgo
del
ALMA
del Rhin
del
ALMA
universal
en cada uno
de nosotros
de vosotros
caída
que en nosotros
en vosotros
buscamos;
el
CATALIZADOR
que produce la
ALQUIMIA
que nos hace habitar
para siempre el
ALMA
del otro
en la nuestra,
que hace que nuestras
ALMAS
se encuentren
y se fundan
en el
ALMA
que
SOMOS.
CISNES
de Estrasburgo
CISNES
del Rhin,
víctimas
de Parsifal
compañeros
de Lohengrin:
no nos
abandonéis
con nosotros
estáis
SIEMPRE
en este
POEMA.
JUNTOS
caminamos
el camino
de la
VIDA.
JUNTOS
paseamos
por los senderos
del
ALMA.
Manuel Montobbio
Estrasburgo,
lunas inspiradas
por los cisnes
de Estrasburgo
por los cisnes
del Rhin
de Enero
de dos mil veintitrés
y de siempre