DESCONFINAR EL TIEMPO
Para desconfinar
el tiempo
no basta
con publicar
un Real Decreto
en el Boletín Oficial del Estado,
ni con proponer
y negociar
unos Pactos de la Moncloa
o un Plan Marshall
de la Unión Europea,
ni adoptar
cuantas medidas son
necesarias
para afrontar
la crisis
sanitaria
económica
social
política
que vivimos.
Para desconfinar
el tiempo
no basta
apretar el botón
de PLAY
y salir
de nuevo
a la calle
como si tal cosa,
y continuar
de nuevo
la vida
donde la habíamos
dejado
de nuevo
la vida
como la habíamos
dejado
de nuevo
la vida
que habíamos
dejado,
como siempre
la vida
de siempre,
seguir el dictado
de los minutos
y las horas,
de las cosas
que se hacen
porque sí,
de la prisa
por llegar
no sabemos
dónde,
pero llegar;
no sabemos
para qué,
pero llegar
sin saber.
(Es tanta
la prisa
que no hay
tiempo
para hacer
preguntas;
tanta,
que no hay
tiempo
para desconfinar
el tiempo)
Para desconfinar
el tiempo
hay que salir
del ahora
y entrar
en el siempre
dejar de vivir
en el futuro
en el pasado
y hacerse
presente
el presente
vivir
el presente
presente
el vivir.
Para desconfinar
el tiempo
hay que salir
del yo
y entrar
en el nosotros
que somos
todos
entrar
en la mujer
y en el hombre
que habita
en cada
hombre
en cada
mujer
que somos
todos
y cada
uno
escuchar
su voz
vivir
su tiempo.
Para desconfinar
el tiempo
hay que salir
del estar
hay que salir
del tener
y entrar
en el ser.
Para desconfinar
el tiempo
hay que entrar
alma adentro
atravesar la oscuridad
que nos oculta
la luz
bajar la escalera
que nos conduce
a la luz
que nos conduce
al agua
del río
por el que fluye
la vida
al agua
del lago
en cuyo espejo
quisiéramos por fin
contemplar
nuestro rostro
del mar
del que todos
somos
gota
de agua
el mar
que habla
a nuestra conciencia
dormida
del vapor
que sueña
en ser
lluvia
ser
nieve
ser
río
ser
mar
ser…
bajar la escalera
que nos conduce
al mundo
en el que no pasa
nada
ni llegan los virus
el mundo
en el que
TODO
ES
en el que podemos
llegar
a ser
todo lo que podemos
SER.
Para desconfinar
el tiempo
no hay
que esperar
a que pase
el tiempo:
hay
que esperar
CON ESPERANZA.
Manuel Montobbio
Estrasburgo,
Lunes de Pascua
de dos mil veinte