23-F: LA PALOMA BLANCA

  • 23-F: LA PALOMA BLANCA

    23-F: LA PALOMA BLANCA

     

         

            Se me había perdido, como siempre, la mirada en el horizonte, en la contemplación del mar entre los pinos, allá al fondo la bahía, apartada por la eternidad de un instante de la lectura de Instituciones políticas y Derecho Constitucional de Maurice Duverger, absorta en el procesamiento de sus ideas, cuando sonó el teléfono en el apartamento de mis padres en la Costa Brava, donde me había instalado con un amigo para estudiar durante aquella semana sin clases por los exámenes de Febrero, la primera de mi vida universitaria, en que cursaba simultáneamente primero de Derecho y primero de Económicas. No volvería aquella tarde de Febrero de 1981 a perder absorta la mirada en el mar, herida por el ring ring que disolvió su eternidad y abrió la puerta a un tiempo distinto. Era mi padre: la Guardia Civil había entrado en el Congreso de los Diputados en pleno debate de investidura de Calvo-Sotelo al mando de un teniente coronel pistola en mano y disparo al aire, y el Parlamento y el Gobierno estaban en sus manos. No sabíamos qué iba a pasar, pero, por si acaso, antes de que fuera demasiado tarde, de que tal vez movilizaran al Ejército y cortaran la carretera, más valía que volviéramos inmediatamente a Barcelona.

     

     

              Con las imágenes del Congreso en la televisión recién encendida y el latir del corazón de fondo, recogimos e hicimos el equipaje contra reloj. En apenas unos minutos estábamos en el coche, los oídos pendientes de la radio, los ojos abiertos a cualquier signo extraordinario que asomara a la carretera casi vacía.

              Ya en casa en Barcelona, tras los abrazos la noche fue larga junto al televisor. De la eternidad de aquellos instantes, se nos quedarían grabadas las imágenes de la dignidad de Suárez y del Teniente General Gutiérrez mellado, de Carrillo y de Fraga, las palabras ya fuera de Anna Balletbó embarazada, el "¡Todos al suelo!” o el “¡Que se sienten, coño!”. De la eternidad de aquellos instantes, se nos quedaría grabada la rabia, la angustia, ese hacerse presente de los demonios de la Historia de España y su maldición, la tristeza de la Historia más triste de las historias de la Historia de los versos de Jaime Gil de Biedma, el resplandor charolado de la Guardia Civil de los de Lorca, la espada de Damocles que, en la memoria de la guerra civil, la confrontación fratricida que deshace personas y diluye almas, los mayores nos habían hecho presentes en sus conversaciones, y nosotros habíamos llegado sin embargo a pensar que se cernía sólo sobre el pasado, era cosa de otro tiempo, su tiempo, mas no ya del nuestro, el de la transición pactada, el de la Constitución del consenso, el de la Generalitat restaurada, el de la España del abrazo de Genovés que fundía el hielo que ha de helarnos el corazón de las dos Españas de Machado. De la eternidad de aquellos instantes, se me quedaría grabada la pregunta de si esas instituciones políticas y ese Derecho Constitucional que con tanto interés explicaba Maurice Duverger en su libro, aquella democracia que teorizaba y exponía, que creíamos haber trasladado por fin del papel a la realidad (aunque como los hechos estaban demostrando quedara tanto por hacer), el régimen político español de la Constitución de 1978 – a cuyo análisis y explicación por Miguel Ángel Aparicio se dedicaba la parte quinta del libro – que creíamos haber construido como ejemplo y plasmación de las democracias liberales teorizadas en la segunda parte, no acabaría en un pudo ser que no fue, y daría paso a otro que de nuevo nos situaría entre los regímenes autoritarios capitalistas explicados en la tercera parte. La pregunta, y al tiempo el deseo, el compromiso de contribuir a que no fuera así.

     

     

              Avanzada la noche, la imaginación, la tensión dio paso al suspiro, al alivio, al contemplar en la pantalla a Juan Carlos I, en uniforme de Capitán General de las Fuerzas Armadas, acompañado del Príncipe de Asturias entonces niño, pronunciando su discurso en defensa del orden constitucional. Y supimos del “Tranquil, Jordi, tranquil”, y de alguna manera empezó a tranquilizarnos a todos.

     

     

              Fluye la emoción, la pasión, la vivencia como eternidad de los instantes el agua de la poesía. Fluye como un río a veces por la superficie del papel, a veces subterránea. Es el poeta un zahorí. A veces retiene el agua una presa, y forma un estanque, y en él se queda la poesía contenida, hasta que una gota la desborda, y abre el poeta la compuerta de la presa, o una nueva lluvia o corriente la rompe, y a borbotones o en suave fluir inunda la tinta de palabras el papel en blanco. El papel en blanco, o el papel cuadriculado con los apuntes del dativo en la clase de alemán en el Goethe Institut de Barcelona tres días después, el 26 de Febrero de 1981.

              “Una paloma blanca para España”: así se titula el poema que escribí en ella, distrayendo sin duda mi atención a las explicaciones del dativo en alemán, como bien se apercibió la profesora, una joven suiza alemana cuyo nombre ya no recuerdo, pero cuyo rostro puedo ver todavía – rubia, de pelo corto, ojos azules, nariz afilada, sonrisa ancha – en la conversación mantenida al finalizar la clase, preguntándome cómo, así como normalmente siempre entendía tan bien lo que explicaba en clase, no había acertado apenas una respuesta, y al mismo tiempo tomaba apuntes y escribía sin parar. Sonreí, y opté por decirle la verdad: que a veces escribía poesía, que la inspiración viene cuando viene y no espera, y su voz nos dicta sus palabras, como había hecho ahora para procesar la emoción de todo lo acontecido hacía tres días. Que lo sentía, y le prometía que estudiaría bien el dativo en casa, pero que comprendiera lo extraordinario de lo que había pasado. La verdad es que comprendió; y preguntó con curiosidad, y de hecho me trató siempre con aprecio, y aprendí el alemán que me enseño. Aunque alguna vez mirara de reojo mi libreta, tal vez para ver si escribía en ella algún verso, como en ocasiones hacía. (No sé por qué, las clases de alemán fueron muy inspiradoras para mi poesía).

              Tal vez sea por el ruido de nuestra vida colectiva en este tiempo, tal vez por ese carácter abridor de compuertas que tienen los aniversarios ahora que se acerca el cuarenta del 23-F, me ha venido el impulso de releerlo, de dialogar con él, de preguntarme qué le diría, cómo lo continuaría cuarenta años después. Qué diría al joven que fui y que soy, que escribió “Una paloma blanca para España” entre explicaciones del dativo en clase de alemán. Qué nos diría, qué nos pregunta la paloma blanca cuarenta años después. Para responderla, he escrito el poema que se titula, precisamente, “Cuarenta años después, la paloma blanca”.

              Os comparto ambos a continuación, uno tras otro, con el deseo que nos siga disparando futuro esperanzado, de que se constituyan en catalizador del diálogo entre el yo y el nosotros que fuimos y el que somos y el que queremos ser. De que nos inspiren los poemas que con la vida escribiremos los próximos cuarenta años, alienten la esperanza que disparamos hoy y cada día, el vuelo de la paloma blanca que iniciamos. Tras ellos, en un diálogo entre poesía y pintura, os comparto para concluir lo que la lectura y transcripción de "Una paloma blanca para España" ha inspirado al pintor Alfons Valdés.

     

    Manuel Montobbio

    Estrasburgo,
    Luna
    del veinte y tres
    de Enero
    de dos mil veinte y uno
    inspirada
    por el veinte y tres
    de Febrero
    de mil novecientos ochenta y uno

     

     

     

    Una paloma blanca para España 

     

     

             Una paloma para España

    paloma blanca para el futuro

    esperanza

    de los que calladamente oyen la radio

    ojeras miedo

    de la ilusión perdida

    la primavera súbitamente

    teñida de invierno

    por un revólver.

             Pobre España

    llevas un revólver pegado a la sien

    de tu Historia

    con su rueda vacía

    en que se esconde una bala

    entre mil un millón quizá

    el gatillo se aprieta

    contra tu pueblo

    cañón vacío alivio suspiro

    la ruleta no paró en la bala

    de tu muerte

    España negra desalentada de luto

    de las abuelas de pueblo

    caprichos negros de Goya

    nubes de pólvora negra en el horizonte de España

    maldición en ti que llama seductora

    a la ruleta de la muerte

    un día parará

    la bala frente al gatillo

    encañonada a tu corazón

    contra tu pueblo que sufre y que vive

    que pregunta y comenta con un transistor

    en la oreja

    cansada de tragar desesperanza

    el gatillo disparará

    silenciosamente sin piedad

    ante tus quejidos de vieja matrona gangosa

    arrugada de caricias de bayoneta

    con chasquido siniestro

    de casco de caballo de Pavía

    con resplandor charolado

    de tricornio de guardia civil.

             Sobre tu corazón destrozado

    el gatillo seguirá disparando

    los agujeros vacíos

    sepulcros blanqueados

    sobre el cementerio de España

    eterna maldición

    crispante

    seducción de tus caderas

    desvencijadas

    ante la cara negra de Jano

    los momentos lúgubres

    de un destino trágico

    sobre un pueblo que sonríe y no suspira

    al horizonte del futuro.

             Por eso hoy que la bala

    ha dormido en tu cañón

    el dedo caricia en el gatillo

    amante abandonado en su intento de besarlo

    hoy pido una paloma blanca para España

    una paloma blanca para el futuro

    paloma blanca en el vacío de bala

    en la boca oscura del cañón

    del revólver sobre tu sien

    paloma de esperanza

    disparada sobre el pecho desnudo

    de tu pueblo

    pido un revólver que dispare

    libertad

    de vuelo pacífico de paloma blanca

    en el Congreso

    en la calle

    en cada corazón

    manos unidas de justicia

    en el futuro esperanzado

    que nos dispara

    una paloma blanca para España.

     

    Manuel Montobbio

    Goehe Institut Barcelona,
    clase de alemán
    del veinte y seis de Febrero
    de mil novecientos ochenta y uno

     

     

    Cuarenta años después,

    la paloma blanca

     

             Cuarenta años después,

    la paloma blanca

    nos pregunta

    qué hemos hecho

    del futuro

                                                                               esperanzado

    que nos disparó

                                                                               en la sien

    que nos disparó

                                                                               en el corazón

    qué hacemos

                                                                               con la esperanza

    que alimenta

                                                                               su vuelo

    que alimenta

                                                                               su vida

    con qué poesía

    vamos a disparar

                                                                               al futuro

    con qué hechos

    con qué gestos

    con qué acción colectiva

    con qué actitud

    con qué ideas

    con qué valores

    hacemos

                                                                               la Historia

    qué sueño realizamos

                                                                               en ella

    qué ensueño

                                                                               en nuestro rostro

    se encarna

    qué amor nos ilumina

                                                                               los ojos

    qué amor nos ilumina

                                                                               los actos

    qué

    cómo

    quiénes

                                                                               somos

    qué queremos

    cómo queremos

    quiénes queremos

                                                                               ser

    qué vamos

    cómo vamos

    quiénes vamos

                                                                               a ser

    qué camino

                                                                               juntos

    caminamos

    qué poemas escribiremos

    dentro de cuarenta años

                                                                               sobre la esperanza

    que disparamos

                                                                               hoy

    de qué paloma blanca

    iniciamos

                                                                               el vuelo.

     

     

    Manuel Montobbio

    Estrasburgo,
    Luna inspirada
    por la paloma blanca
    en la cercanía
    del cuarenta aniversario
    del 23-F.